Mitologias de los caballeros de plata
Misty - Lagarto (Lacerta)
La diosa Demeter buscaba a su hija Persefone, que había sido raptada por Hades. Cuando pasó por la región de Atica, se sintió sedienta y pidió agua para beber a una mujer llamada Misme. La diosa bebía con tal avidez que provocó la risa de Ascxabalo, un hijo de Misme. Enojada de que se rieran de ella arrojó sobre él el resto del agua y el niño se convirtió en lagarto o lacerta como nomenclatura latina de la constelación.
Argol - Perseo (Perseus)
En la mitología griega Perseo o Perseus era el héroe que acabó con la gorgona Medusa; era hijo de Zeus, padre de los dioses, y de Dánae, hija de Acrisio, rey de Argos. Advertido de que sería asesinado por su nieto, Acrisio encerró a madre e hijo en un cofre y allí los arrojó al mar. La corriente los arrastró hasta la isla de Sérifos, donde fueron rescatados y allí Perseo alcanzó la madurez. Polidectes, rey de Sérifos, se enamoró de Dánae y, temiendo que Perseo pudiera interferir en sus planes, lo envió en busca de la cabeza de Medusa, un monstruo cuya mirada convertía a los hombres en piedra. Ayudado por Hermes, mensajero de los dioses,
Perseo emprendió su camino en busca de las grayas, tres viejas brujas que compartían un solo ojo. Perseo se lo quitó y se negó a devolverlo mientras no le diesen instrucciones para alcanzar a las ninfas del norte. De las ninfas obtuvo sandalias aladas, un zurrón mágico que guardaba todo lo que se pusiese en él y un casco que lo volvía invisible. Equipado con una espada fabricada por Hermes, la cual no podía doblarse ni romperse nunca, y un escudo que le dio la diosa Atenea, que lo protegería de ser convertido en piedra, Perseo encontró a Medusa y la mató. Invisible gracias al casco, fue capaz de escapar a la furia de sus hermanas y con la cabeza de la Medusa en el zurrón volvió volando con sus sandalias aladas a casa.
Al pasar por Etiopía, rescató a la princesa Andrómeda cuando estaban a punto de sacrificarla a un monstruo marino y la llevó consigo como su mujer. En Sérifos liberó a su madre de los acosos de Polidectes usando la cabeza de Medusa para convertir al rey y a sus acólitos en piedra. Todos volvieron a Grecia, donde Perseo mató accidentalmente a su abuelo Acrisio con un disco en unos juegos fúnebres en Larisa, con lo que se cumplió la profecía. Según una leyenda, Perseo fue a Asia, donde su hijo Perses gobernó a los persas, cuyo nombre proviene de él.
Jamian - Cuervo (Corvus)
El dios Apolo envió a un cuervo con una Copa (constelación de Crater) a buscar agua. El Cuervo se encaprichó con unos higos maduros que encontró y se dispuso a comérselos. Como se retrasó, puso como excusa que una gigantesca y monstruosa serpiente marina le ataco. Apolo castigó al Cuervo a volverse negro y puso todos componentes de este mito en el cielo. Además, el cuervo fue condenado a pasar sed eternamente, por lo que al tener la garganta seca, su graznido suena diferente al de otras aves.
Capella - Auriga
Auriga ha tenido muchas figuras mitológicas en función de las civilizaciones; para los asirios veían en ella un carro de guerra, los griegos en cambio veían a una cuádriga inventada por Erictonio o Erictonios, héroe ateniense que se suponía había nacido de la Tierra. Según una leyenda ática se vincula a Erictonio con la diosa Atenea, según parece el héroe había sido engendrado por la Tierra a partir del semen que dejara caer sobre ella el dios Hefesto; podemos considerar el semen como la Vía Láctea que cruza la constelación de Auriga; mientras trataba de unirse a Atenea por la fuerza. Cuando nació, Atenea lo puso en una cesta que entregó tapada a las hijas de Cécrope, Erictonio se casó con la ninfa Praxitea de la que tuvo un hijo, Pandión que le sucedió en el trono de Atenas; también instituyó en la ciudad el culto de Atenea, creando en honor de la diosa la festividad de las Panateneas, y que durante su reinado los atenienses empezaron a utilizar la moneda, además se le atribuye la invención de la cuadriga y se vio su figura inmortalizada en la constelación de Auriga.
Ahora bien, realmente la figura mitológica que ha perdurado aunque se desconozca su origen es la de una representación híbrida, una figura humana que tiene una cabra en los brazos. En algunas cartas celestes de Hevelius, se incluyen también las cabritas recién nacidas, cuya relación se pierde en la fantasía. En los mapas realizados a principios del siglo XIX, a la figura del cochero la seguía por el este la de un catalejo de espejo en el que se podía reconocer, por su montura, uno de los típicos ejemplares que había construido Willian Herschel. Bode lo quiso poner en recuerdo del reciente descubrijiento del planeta Urano en 1781, ne homejane al famoso astrónomo que lo había realizado.
El telescopio de Herschel, como Bode denominó el asterismo, incluye solamente un pequeño número de estrellas muy débiles, esparcidas al norte de la constelación de Lynx o Lince y al sur de Gemini o Gemelos.
Tremmy - Sagita (Sagitta)
Sagitta o la flecha, aunque existen algunas indicaciones que podrían sugerir relaciones de este constelación con Cupido, Hércules y Apolo, e incluso de que podría ser una flecha disparada por Sagitario, el "arquero", no existe una mitología definida para esta constelación, aunque era ya bien conocida por los griegos.
Marin - Aguila (Aquila)
Aquila o el águila es una constelación boreal que es conocida desde la antigüedad, pues ya se encuentra mencionada en las inscripciones babilónicas el año 1000 a. C.; su estrella más brillante, Altair, significa en árabe "Aguila voladora". Mitológicamente en su momento, era el propio Zeus que convertido en águila arrastra al Olimpo al joven Ganímedes elegido nuevo copero de los dioses. Tolomeo, por el contrario, incluye en su Almagesto el nombre de Antinoo, amigo íntimo de Adriano y que se ahogó en el Nilo el año 131 de nuestra era.
Shaina - Cobra (Serpiente - Serpens y Ophiuchus)
La constelación de Serpens aparece en dos partes del firmamento separadas por Ophiuchus, tanto al este como al oeste de la constelación. Según la Unión Astronómica Internacional la trata como una única constelación con el nombre genérico de Serpens.
Se trata de una enorme constelación que está ubicada en el ecuador celeste muy próxima al núcleo de la Vía Láctea y en la zona opuesta a Orion; es observable durante los meses de Abril a Octubre en ambos hemisferios sin dificultad. Destaca por su forma cuadriculada rodeado de estrellas tanto en el este como en el oeste que representa a Serpens o la serpiente.
La curiosidad es que la eclíptica o la línea donde se mueven el Sol y los planetas cruza la constelación por el sur durante la primera quincena de diciembre, por tanto, en sí es una constelación zodiacal pero no reconocida como tal ya que su límite sur en un principio fue asignado a Scorpius. Además toda la constelación se halla a unos 10º al norte del ecuador galáctico, por tanto, en ellas observamos gran cantidad de estrellas, cúmulos estelares y como no, globulares.
Chamaleon o camaleón es una constelación circunpolar austral introducida por Bayer en 1603 en su Uranometría a consecuencia de las noticias que le proporcionaron algunos viajeros por su similitud al animal.
Del griego Keutauroi, llamados también Hipocentauros, eran seres monstruosos, mezcla de hombre y caballo. Por lo general, se les representa con seis extremidades, cuatro patas de caballo y dos brazos humanos, en otras ocasiones, tienen piernas humanas y parecen hombres en pie, de cuyo trasero surge la mitad posterior de un caballo. Según la leyenda, los Centauros vivían en los bosques y en las montañas de la Élide, Arcadia y Tesalia, y pasaban por ser muy rudos y de costumbres brutales.
Algunos de los centauros tiene personalidad propia y un tratamiento particular en la leyenda como Neso o Quirón, dos figuras que resultarían inexplicables si los Centauros fueran monstruos fantásticos del tipo de las Sirenas o las Esfinges. Según la leyenda Quirón, aunque era inmortal, no quiso sobrevivir a los lacerantes dolores que le produjo la herida que Hércules le había inferido accidentalmente con una de sus mortíferas flechas, ¿Qué dignidad más apropiada para el creador de la esfera celeste que la de formar parte de la eternidad?.
Pero existe una leyenda referida por Píndado que da a los Centauros una genealogía divina, haciéndolos hijos de Centauro y de yeguas magnesias, aunque parece ésta una versión secundaria del mito; la más común hace a los Centauros hijos de Ixión y Néfele o bien de Apolo y Estilbe.
Cerbero era el perro de tres cabezas, con la cola de un dragón que protegía al Inframundo. Si bien permitió entrar a los espíritus, no permitir que ninguna de irse. Por lo general, se piensa que nació a Cerberus Echidne, una mitad mujer, mitad serpiente, y Typhon, el más feroz de todas las criaturas. Entre los hermanos de la Hidra se Cerberus, la Quimera, Orphus, y otros. Cerberus principal acechan en el Underworld fue en la ribera del río Styx, donde tuvo la tarea de comer cualquier mortales que intentaron entrar a los espíritus y los que intentaron escapar.
Cerberus es más conocido por desempeñar un papel en Hercules final del trabajo. Hércules tuvo que ir a la Underworld Cerberus y llevar de nuevo a la superficie de la tierra. Hércules tenía que hacerlo sin utilizar las flechas o de su club. Cerberus Hércules agarró por la garganta y lo arrastraron a Micenas a través de una grieta en la superficie de la tierra. haber logrado esto, Hércules envió a Cerberus guardia de uno de los secretos de arboledas Deméter.
El simbolismo de Canis Major y su estrella más brillante Sirio se remonta por lo menos al tercer milenio antes de nuestra era. Durante esa época, Sirio, que también era conocida bajo el nombre de Sothis, era la estrella de referencia del calendario zodíaco egipcio. Su orto heliaco (es decir, la primera y breve aparición antes de la aurora, después de un período de varios meses sin ser visto) tenía lugar a mediados de julio y coincidía con la crecida anual del Nilo: la inundación del valle fluvial era indispensable para mantener la fertilidad de la tierra y era, por tanto, la base de la vida y bienestar de Egipto.
En la extensa historia de Egipto, Sirio recibió muchas interpretaciones diferentes, incluyendo entre ellas la identificación con la diosa Isis, hermana y consorte del gran dios Osiris, divinidad relacionada con Orión. En cierto momento, cuando el culto de Isis se amplió hasta fundirse con el dedicado a la diosa vaca Hator; Sirio se convirtió en la estrella de Isis-Hator, descripta como estrella con cuernos de vaca. Sin embargo, el simbolismo del perro es el más antiguo. Sirio se identificó con Anubis, el dios con cabeza de chacal, que hacía de guía de los muertos, como Hermes en Grecia. Anubis inventó el arte de embalsamar y era el señor de los ritos funerarios; también pesaba las almas muertas en la Balanza de la Justicia para decidir su destino en la vida después de la muerte.
Además, la tradición egipcia asoció a Sirio con los "días de la canícula", una identificación que parece ser el origen del nombre de Estrella del Can que recibió Sirio. Los "días de la canícula" se referían en su origen al período de 40 días al principio de cada año sotíaco, que coincidía con los días más calurosos del verano. Los autores clásicos a menudo equiparaban el poder de Sirio con el del Sol, y algunas veces representaron la estrella con una corona de rayos. El nombre Sirio tiene su origen en la palabra griega serios, que significa "ardiente", y se decía que esta estrella era capaz de provocar una fiebre mortal, como, por ejemplo, la rabia de los perros.
Los griegos adoptaron las tradiciones más antiguas referentes a Sirio, pero incorporaron la estrella al entramado de su propia mitología. Tanto el Can Mayor como el Can Menor pertenecían al cazador Orión; también en la mitología estelar de Mesopotamia encontramos la imagen del perro tendido a los pies de un hombre gigante, como si quisiera saltar encima de la liebre Lepus, situada a los pies de Orión.
Varios autores, entre ellos el poeta romano Ovidio (43 A.C.-17D.C.), vieron en otro de estos perros a Maira, la fiel perra de Icario (representada por Bootes); el nombre de Maira significa "resplandor". Sin embargo, la constelación moderna de Canes Venatici también es un candidato plausible para este papel.
Otra de las tradiciones representa a Canis Major con la forma del terrible Cerbero, el perro de tres cabezas que en la mitología griega guarda la puertas del mundo inferior del Hades (Infierno). Con los mitos suele suceder que un conjunto de imágenes aparentemente inconexas contenga elementos comunes a todas. Cerbero guarda el Hades, que es el reino de los muertos, lo cual nos recuerda que Anubis (Sirius) había sido el guía de los muertos y podía entrar en el reino prohibido. La historia de Maira también encaja aquí, porque éste fue el perro que guió a Erígone hasta el cuerpo enterrado de Icario, aquí también encontramos el papel de guardián o servidor de la muerte como tema de fondo de la historia.
Si se dibuja un interesante paralelismo, se descubrirá que, para los chinos, Sirio era el Tian Lang, el chacal celestial. Las estrellas meridionales de Canis Major representaban el arco y la flecha con los que se le dio muerte a Tian Lang, después de que hubiera saqueado el cuerpo del rey chino.
Musca representa una mosca y forma parte de la docena de constelaciones meridionales introducidas a finales del siglo XVI por los navegantes P. D. Keyser y F. de Houtman.
Hércules engendra así en las Tespiades hasta cincuenta hijos.
Pero hay variantes: Hércules yace en una sola noche con las cincuenta Tespiades; o yace, también en una sola noche, sólo con cuarenta y nueve porque una de ellas se niega, y entonces Hércules la condena a perpetua virginidad como sacerdotisa suya; o yace con las cincuenta en siete días. También varía el número de hijos que engendra en las Tespiades: cincuenta, cincuenta y dos, por haber tenido gemelos la mayor y la menor. En todos los casos son varones todos.
A los cincuenta días, pues, mata al león, lo desuella, y utiliza la piel como cobertura y las fauces como casco, y éste es el famoso ropaje de Hércules.
La segunda hazaña de Hércules fue liberar a los tebanos del oneroso tributo que estaban obligados a satisfacer al rey Ergino de Orcómeno, rey de los Minias, padre de Trofonio y Agamedes, hijo de Clímeno, nieto de Presbón, y biznieto de Frixo y Calcíope. El tributo consistía en cien vacas al año durante un período de veinte, y había sido impuesto por Ergino a los tebanos, después de causar en ellos gran mortandad y como condición de la paz, en castigo de haber dado muerte a su padre Clímeno un tebano llamado Perieres, auriga de Meneceo. Venían, pues, los emisarios de Ergino a cobrar el tributo anual, cuando se topa Hércules con ellos y los ultraja con la más refinada ferocidad, cortándoles orejas, narices y manos y atándoselas a los cuellos, tras de lo cual les ordena que vayan a decir a Ergino que ese es el tributo que llevan de Tebas. Ergino vuelve para tomar venganza, pero Hércules, que ha recibido armas de Atenea, y que se coloca a la cabeza del ejército tebano, lo derrota y mata, e impone entonces a los de Orcómeno un tributo doble del que ellos habían impuesto a Tebas. En esta batalla muere Anfitrión. Hércules, en premio de su distinguida actuación, recibe de Creonte la mano de su hija mayor, Mégara, de quien tiene tres hijos, llamados Terímaco, Creontiades y Deicoonte.
Habiendo Hércules aprendido de Éurito el manejo del arco y flechas, recibe de Hermes una espada, de Apolo el arco, de Hefesto una coraza de oro, de Atenea un peplo y de Posidón un caballo; él mismo se fabrica su otra gran arma característica, la maza, cortándola de un árbol de Nemea.
A continuación Hera, que le odia y le perseguirá tenazmente durante toda su vida, le hace volverse loco, en cuyo estado mata a los hijos que ha tenido de Mégara y a dos de Íficles, tras de lo cual recupera la lucidez, es purificado por Tespio, y va a Delfos, a consultar a Apolo dónde debe vivir.
Al llegar Hércules a Delfos, recibe por primera vez, de la Pitia, el nombre de Hércules, habiéndose llamado antes Alcida, es decir, el patronímico relativo a su abuelo paterno Alceo, el padre de Anfitrión.
Hércules, pues, es saludado en Delfos con el nuevo nombre por la Pitia, que a continuación le comunica que debe ponerse a las órdenes de Euristeo, rey de Tirinto y Micenas y realizar diez trabajos que éste le mandará, y que una vez los haya llevado a cabo será inmortal.
Templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
Los trabajos de Hércules.
El primer trabajo que Euristeo ordena a Hércules es traerle la piel del león de Nemea.
Hércules se pone en camino hacia Nemea, que está a unos veinte kilómetros de Tirinto, y llegado a Cleonas se aloja en casa de un trabajador llamado Molorco, a quien ve dispuesto a ofrecer un sacrificio a Zeus Salvador.
Hércules le disuade de hacer entonces el sacrificio, convenciéndole de que espere treinta días, al término de los cuales si Hércules regresa vencedor debía Molorco ofrecer en efecto el sacrificio a Zeus Salvador, y en caso de que Hércules pereciese en el intento, ofrecérselo al propio Hércules en calidad de héroe. A continuación se encamina a los parajes frecuentados por el león, a quien encuentra, y empieza por dispararle sus flechas, no sabiendo que la fiera era invulnerable. Pero a ver que las flechas le rebotaban en la piel, lo persigue con la maza acorralándole en una cueva que tenía dos salidas; después de cegar una de ellas penetra en la cueva, y pasándole el brazo por el cuello lo ahoga o estrangula. Se dispone después a desollarlo, cosa que no consigue hasta que se le ocurre hacer el primer desgarro con las propias uñas de la fiera.
Hércules regresa a casa de Molorco, llevando la piel del león, precisamente el último día del plazo convenido y cuando ya Molorco se disponía a ofrecerle el sacrificio como héroe; juntos, entonces, ofrecen el sacrificio a Zeus Salvador. A continuación Hércules lleva la piel del león a Euristeo, quien es presa de tal pavor, que ordena que en lo sucesivo Hércules se quede en las afueras de la ciudad y espere allí las órdenes referentes a los subsiguientes y sucesivos trabajos, que él le dará por mediación del heraldo Copreo, mientras él, por su parte, Euristeo, se encierra en una tinaja que manda poner en un sótano, para encontrarse así a cubierto y resguardado de Hércules y de las fieras que él mismo le manda traer, muertas unas, vivas otras. Euristeo es, así, el gran cobarde de la mitología hercúlea, figura odiosa en todo caso, aunque esta odiosidad pudiera mitigarse por ser el instrumento de Hera.
Por mediación, pues, de Corpeo ordena Euristeo a Hércules el segundo trabajo, consistente en dar muerte a la Hidra en Lerna.
Hércules monta en un carro conducido por su fiel sobrino Iolao, y llega a las inmediaciones de Lerna, y precisamente junto a la fuente Amimone, donde se encontraba el escondrijo de la Hidra. La obliga a salir de su escondite arrojándole flechas encendidas, y con la maza le corta las cabezas, pero sin lograr ventaja alguna, pues brotaban dos por cada una que cortaba. La Hidra se enrosca además en una de las piernas de Hércules, y por otra parte surge un cangrejo gigantesco, enviado por Hera, que como aliado de la Hidra ataca también a Hércules, quien llama por su parte como aliado a Iolao después de dar muerte al cangrejo. Iolao enciende parte del bosque inmediato, y con los tizones quema los cuellos de la Hidra impidiendo así que proliferen las cabezas. Hércules entonces le corta por fin la cabeza inmortal, la entierra colocando encima una pesada roca, abre en canal el cuerpo de la Hidra y sumerge sus flechas en la bilis de ésta, haciéndolas empaparse e impregnarse bien del veneno del monstruo. Esta operación es de consecuencias fatales y decisivas, pues en lo sucesivo las flechas de Hércules, gracias al veneno de la Hidra, producirán heridas necesariamente mortales para los mortales y necesariamente incurables para los inmortales, siendo causa del paso de dios a mortal del Centauro Quirón, de la muerte de la mayoría de los Centauros, y en especial de la del Centauro Neso, que traerá como consecuencia, algún tiempo después, la muerte del propio Hércules por el veneno de una de sus propias flechas; y andando el tiempo, la utilización de estas flechas en el sitio de Troya, imprescindible para la conquista de la ciudad, y en particular la muerte de Paris por una de ellas, disparada por Filoctetes. Así es, pues, como dio cima a Hércules a este segundo trabajo; pero Euristeo, alegando que no podía ser válido por no haberlo realizado Hércules solo sino con la ayuda de Iolao, lo excluye de la cuenta de los diez por él ordenados.
El tercer trabajo que ordena Euristeo a Hércules es traer viva a Micenas la cierva de Cerinía, comúnmente llamada la cierva de los cuernos de oro. Pues bien, estaba esta cierva consagrada a Ártemis, y esa parece ser en el mito la causa que se le ordenara traerla viva, y de que, por añadidura, no quisiera tampoco Hércules herirla. La persigue, así, cuidadosamente, durando un año entero la persecución, hasta que al fin la captura, no sin embargo sin dispararle últimamente una flecha, en el momento en que la cierva estaba pasando el río Ladón; y cargándosela sobre los hombros la transporta a través de Arcadia en dirección a Micenas. Durante este viaje de retorno con la cierva a cuestas, se encuentra Hércules con Apolo y Ártemis; ésta le echa en cara su intento de dar muerte a un animal que le estaba consagrado, e intenta, a su vez, arrebatárselo a Hércules; pero éste se disculpa alegando la necesidad en que se encuentra de obedecer a Euristeo, con lo que la diosa se aplaca y le permite que se la lleve, como en efecto lo hace, logrando hacerla llegar viva a Micenas.
Otra vista espectacular del templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
Como cuarto trabajo ordena Euristeo a Hércules traer, también vivo, al jabalí del Erimanto, animal que devastaba la Psofide. Este trabajo es poco significativo o importante en sí mismo, pero célebre en cambio por un episodio accesorio, que es el siguiente. En su camino hacia el Erimanto (montaña de Arcadia) Hércules se hospeda en Fóloe, en casa del centauro Folo, hijo de Isleño y de una ninfa Melia. Folo ofrece a Hércules carne asada, mientras él mismo la toma cruda. Hércules pide vino, a pesar de su amabilidad (sólo él y Quirón son buenos entre los Centauros), le dice que le parece peligroso abrir el tonel que es propiedad común de los Centauros; pero Hércules insiste, Folo lo abre, y al olor del vino acuden los Centauros armados de rocas y abetos. Hércules rechaza a los dos primeros, Anquio y Agrio, con tizones encendidos, y a los demás los persigue a flechazo hasta el promontorio Malea, en el extremo Sur del Peloponeso. Los Centauros se amparaban detrás de Quirón, y una flecha lanzada contra uno de ellos, Élato, le atraviesa el brazo y va a clavarse en la rodilla de Quirón, causando enorme disgusto a Hércules, que corre a sacársela y le aplica un remedio que le proporciona el propio Quirón. Pero la herida era incurable por ser Quirón inmortal, y éste, agobiado por los terribles dolores que le producían, pide a Zeus que le haga morir para que cesen sus sufrimientos. Parecía esto imposible, pero se consigue gracias a la intervención de Prometeo, que se ofrece en lugar de Quirón.
De los restantes Centauros, la mayoría de los que lograron escapar fueron acogidos por Posidón en un monte próximo a Eleusis; uno de los supervivientes, llamado Euritón, se refugia en Fóloe, y luego veremos como muere al fin también en manos de Hércules. Pero el más famoso de esos supervivientes es Neso, que llega al río Eveno, en Etolia, y allí permanecerá hasta que al fin lo aniquile igualmente Hércules, ya hacia el fin de la vida de éste. En cuanto a Folo, arranca de uno de los muertos una flecha y se pone a examinarla, maravillándose de que siendo tan pequeña pueda dar muerte a seres tan gigantescos como son ellos, los Centauros; pero mientras la está observando se le resbala de la mano, le cae en un pie y lo mata en el acto.
Hércules en su regreso a Fóloe da honrosa sepultura al buen Centauro Folo, tras de lo cual parte por fin en busca del jabalí, lo persigue y acosa hasta hacerlo meterse en un paraje donde la nieve es muy profunda, estando ya el animal fatigado, lo captura a lazo, y lo lleva vivo a Micenas. Los dientes de este jabalí pretendían poseerlos, en época histórica, guardados en un templo de Apolo, los habitantes de Cumas.
Como quinto trabajo recibe Hércules la orden de limpiar los establos del rey Augías sacando en un solo día todo el estiércol. Era Augías rey de la Élide, hijo ya sea del sol, ya de Posidón, ya de Forbante, y poseía enormes rebaños. A él se presenta Hércules, pero en lugar de manifestarle que viene por orden de Euristeo, se lo oculta, y pacta con él la limpieza de los establos en un solo día al precio de la décima parte del ganado. Augías accede a este pacto porque no cree a Hércules capaz de cumplirla así, pero como testigo del pacto actúa el propio hijo de Augías, Fileo. Hércules abre un canal en los cimientos del establo, y, desviando el curso de los ríos Alfeo y Peneo, logra hacerlos pasar por los establos y que su impetuosa corriente arrastre el estiércol, quedando así limpios en un solo día los establos. Pero Augías, que se ha enterado de lo que ha hecho por orden de Euristeo, se niega a entregarle el salario convenido, mostrándose dispuesto a acudir a juicio. En el juicio Fileo testimonia contra su padre y a favor de Hércules, por lo que Augías, encolerizado, los expulsa de su reino a los dos. Fileo va a establecerse a la isla de Duliquio. Hércules marcha por el momento a casa de Dexámeno, libera a la hija de éste, Mnesímaca, de la necesidad de casarse a viva fuerza con el Centauro Euritión, que a ello quería obligarla, dando muerte al Centauro.
En cuanto a la limpieza de los establos de Augías, este trabajo fue doblemente inútil para Hércules, pues si por una parte, como hemos visto, Augías se negó a pagarle el precio convenido, alegando que tenía que hacerlo de todos modos por estar al servicio de Euristeo, a su vez este se negó a darle validez, alegando que lo había hecho mediante contrato con Augías, por lo que, lo mismo que el segundo trabajo, quedó excluido de la cuenta; y son, así, los trabajos segundo y quinto los que, al no ser aceptados como válidos por Euristeo, dan lugar a que este exiga otros dos más en su lugar y a que resulten doce en total.
El sexto trabajo ordenado por Euristeo fue ahuyentar a las aves del Estinfalo, lago de Arcadia rodeado de espesa selva, en las que se refugiaban, huyendo de los lobos, innumerables aves. No sabiendo Hércules como hacerlas salir de la espesura, le da Atenea unas castañuelas de bronce que a su vez había ella recibido de Hefesto. Las hace sonar, y las aves, espantadas, emprenden el vuelo; Hércules entonces las abate a flechazos.
El séptimo trabajo consistió en traer vivo de Creta un toro que, según Acusilao, sería el que había transportado a la princesa Europa para llevarla a presencia de Zeus, se trataba del toro que hizo brotar del mar Posidón cuando Minos prometió sacrificar lo que del mar saliese; pues habiendo, en efecto, salido prodigiosamente un magnífico toro, Minos, admirado de su belleza, no quiso sacrificarlo, enviándolo a engrosar sus rebaños y sacrificando otro en su lugar; Posidón, irritado, hizo salvaje al toro, pero, sobre todo, se tomó contra Minos la refinada venganza de hacer que su esposa Pasifae, hija del sol, se enamorase del toro, y de manera tan perdida, que consiguió, gracias a la ayuda de Dédalo, llegar a la consumación de este amor bestial, concibiendo del toro el monstruo llamado Minotauro. Pues bien, de este toro monstruosamente amado por Pasifae es del que explícitamente dicen Diodoro e Higinio que fue el que Euristeo mando a Hércules traer. Hércules se presenta a Minos y le expone su misión; Minos le autoriza capturarlo si puede. Así lo hace Hércules, se lo lleva a Euristeo (cruzando el mar Egeo a lomos del toro según Diodoro), y, después de mostrárselo, lo deja suelto. El toro recorre el Peloponeso, atraviesa el Istmo y acaba por establecerse en el Ática, en Maratón, donde causa estragos y algún tiempo después lo matará Teseo en lo que será una de las más famosas hazañas de éste.
El octavo trabajo consistió en traer a Micenas las yeguas antropófagas de Diomedes, rey de Tracia e hijo de Ares, poseedor de unas yeguas a las que había enseñado a alimentarse de la carne de sus huéspedes.
Hércules parte acompañado de algunos voluntarios, y durante su viaje de ida hace alto en Feras de Tesalia, en el palacio del rey Admeto, a cuya esposa Alcestis libera de los brazos de la Muerte.
Continúa este su viaje y al llegar a Tracia, al país de los Bístones, que eran los súbditos de Diomedes, fuerza la entrada a los establos y se lleva las yeguas en dirección al mar. Acuden los Bístones, con Diomedes a la cabeza, y entonces Hércules deja las yeguas al cuidado de su favorito Abdero, y él lucha con los Bístones, mata a muchos de ellos incluyendo al rey Diomedes, y pone en fuga a los restantes. Entretanto las yeguas habían devorado a Abdero; Hércules funda allí mismo la ciudad de Abdera, junto al sepulcro en el que entierra a su amigo, y lleva las yeguas a Euristeo. Éste las suelta, y las yeguas se encaminan al Olimpo, donde mueren a su vez devoradas por las fieras.
Como noveno trabajo ordena Euristeo a Hércules que traiga el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas.
Hércules se embarca, en compañía de aliados y voluntarios, y tras algunas escaramuzas en Paros (donde da muerte a cuatro hijos de Minos llamados Eurimedonte, Crises, Nefalión y Filolao y toma a su servicio, en compesación de dos de sus compañeros que habían sido asesinados por lo parios, a dos nietos de Minos, hijos de andrógeo, llamados Alceo y Esténelo) y en Misia (donde, en auxilio del rey Lico, combate a los Bébrices y da muerte al rey Migdon, hermano de Ámico, arrebatando a los Bébrices gran parte de su territorio, que regala a Lico, quien le da el nombre de Heraclea), arriba al país de las Amazonas, fondeando en Temiscira.
Allí acude a visitarle a bordo la reina Hipólita, quien, después de enterarse por el propio Hércules del propósito que le ha traído, le promete darle el cinturón. Mas entretanto Hera, tomando la apariencia de una Amazona, se presenta ante la multitud de éstas y les da falsa noticia de que su reina ha sido hecha prisionera por los extranjeros; las Amazonas entonces se lanzan a caballo contra el navío. Hércules, creyendo que se trata de una emboscada previamente dispuesta, da muerte a Hipólita, le quita el cinturón, y luchando con las restantes Amazonas leva las anclas y se hace a la mar, arribando, no mucho después, a las costas de Troya.
Al llegar Hércules, Troya se encontraba afligida por una calamidad sumamente parecida, aunque no en su origen, a la que en Etiopía había remediado Perseo al liberar a Andrómeda, pues también en Troya estaba la hija del rey, llamada Hesíone, encadenada a una roca para ser devorada por un monstruo marino; pero el origen de tal desgracia había sido la perfidia del rey Laomedonte contra los dioses Posidón y Apolo. Habían venido estos a Troya para ponerse al servicio de Laomedonte, ya fuera en figura humana y para probar a Laomedonte, ya sin disimular su condición de dioses y como castigo impuesto por Zeus por haberse rebelado contra él.
Pues bien, en el momento de arribar Hércules, Hesíone está, en efecto, encadenada esperando la llegada del monstruo que ha de devorarla. A partir de aquí ya no hay nada de común con perseo-Andrómeda salvo el nudo hecho de que Hércules salva a Hesíone matando al cetáceo y mediante un pacto con el padre de la joven, del mismo modo que Perseo había salvado a Andrómeda matando al cetáceo y mediante un pacto con los padres de Andrómeda; pero todo lo demás es ya netamente diferente: el modo de matar al cetáceo, el contenido del pacto, su incumplimiento por Laomedonte, las consecuencias de este incumplimiento y, rasgo muy destacado, la absoluta ausencia de interés amoroso de Hércules por Hesíone a diferencia de la ardorosa, fiel y duradera pasión conyugal de Perseo por Andrómeda. Hércules, pues, se ofrece a salvar a Hesíone, pactando con Laomedonte que recibirá en recompensa los caballos divinos que en otro tiempo entregara Zeus a Tros, abuelo de Laomedonte, como reparación por el pacto de su hijo Ganímedes. Hércules, en efecto, espera la llegada del monstruo y le da muerte, tras de lo cual libera a Hesíone y se la entrega a su padre, pero, hay otra versión en la que la liberación es anterior a la matanza del monstruo, y después de la matanza Hércules da a escoger a Hesíone entre quedarse con su padre o irse con Hércules, escogiendo la joven esto último, por temor a volver a ser entregada a cualquier nuevo monstruo; tras de lo cual Hércules se la deja en depósito a Laomedonte, juntamente con los caballos, hasta que él regrese con los Argonautas; y es cuando regresa cuando Laomedonte se niega a entregarle los caballos. Hércules por el momento se limita a amenazarlo con la guerra, y se hace a la mar. Y tras algunas escaramuzas en Eno, en Tasos y en Torone, llega a Micenas y entrega a Euristeo el cinturón de Hipólita.
El décimo trabajo consistió en traer vivas a Micenas, desde los confines del Océano, las vacas del monstruoso Gerión, ser de tres cuerpos que habitaba en Eritía, isla situada junto a lo que después fue Cádiz, junto al océano. Tenía el monstruo los tres cuerpos fundidos en uno desde la cintura para arriba, y bien separados desde las caderas hacia abajo. Sus innumerables vacadas eran pastoreadas por Euritión y guardadas por el también monstruoso perro bicéfalo Orto, hijo de Equidna y Tifoeo.
Éste es uno de los más largos viajes de Hércules. Hay dos versiones sobre este viaje, en una, lo empieza por Europa, pero pasa después a África, y arribando más tarde Tarteso, en la costa meridional de España, coloca allí, en los confines de Europa y África, como recuerdo de su paso, unas columnas que en lo sucesivo se llamarán las columnas de Hércules. En cambio, en la otra se implica, aunque no necesariamente, que haría todo el viaje por tierra, sin salir de Europa, y durante este viaje este viaje terrestre tiene lugar la aventura de la que resultará el nombre del Pirineo o cordillera pirenaica. En la primera versión, también se cuenta la formación o abertura del estrecho de Gibraltar, estableciendo comunicación entre el Océano y el Mediterráneo. En esta misma versión, se dice que Hércules, entonces, continúa su viaje, recibiendo del sol un calor excesivo, así que apunta con su arco contra el Sol; admirado éste de tanta audacia, le proporciona una vasija de oro que le sirva de embarcación para llegar a la isla de Eritía atravesando el océano. Así lo hace Hércules, llega a su destino, golpea al perro de Orto con la maza, mata al vaquero Euritión, se lleva las vacas, mata también a Gerión, que acude, avisado por otro pastor a rescatarlas, mete las vacas en la vasija de oro, emprende la travesía de regreso y, habiendo llegado a Tarteso, devuelve la vasija al Sol , continuando su viaje, con el rebaño, a pie, por España e Italia en dirección a Grecia.
Al pasar por Liguria, dos hijos de Posidón llamados Yalebión y Dercino, intentan robarle el ganado y mueren a manos de Hércules. Continúa éste su viaje por Toscana y se da el episodio de Caco, que es de la otra versión. Caco, ser monstruoso, hijo de Vulcano y que respiraba llamas de humo, le roba a Hércules algunas de las vacas y se las lleva, tirándoles de los rabos y haciéndolas así andar hacia atrás, a la cueva donde solía vivir. Hércules descubre el hurto y el lugar donde había escondido Cacolas vacas robadas, y entonces acomete a éste, descuajando los peñascos que formaban el techo de la cueva, y la da muerte, recuperando luego las vacas.
Continúa Hércules su viaje de regreso a Grecia y llega a Regio, en el extremo meridional de Italia, donde uno de los toros emprende veloz carrera, penetra en el mar y llega hasta Sicilia, hasta el campo de Érix, un hijo de Posidón que reinaba sobre los Élimos, el cual mezcla al toro entre sus propios rebaños.
Hércules encomienda a Hefesto la guarda de las vacas, y él pasa a Sicilia en busca del toro desmandado, lo encuentra entre los rebaños de Érix y se lo reclama a éste. Érix le desafía a luchar con él, y, tras ser derrotado Hércules tres veces, acaba por dar muerte a Érix. Hércules, después de haber recuperado al toro desmandado, se lo lleva, lo une de nuevo al resto del rebaño de Gerión y se dirige con este rebaño al mar Jónico, que atraviesan arribando a Grecia. En Gracia se dispersan las vacas por cuasa de un tábano que envía Hera contra el rebaño; Hércules las persigue por las montañas de Tracia; algunas se le escapan definitivamente y se hacen salvajes; las restantes las recupera, las lleva al Helesponto y, por fin, pasando de nuevo por Tracia, logra hacerlas llegar a Micenas y entregárselas a Euristeo, quien las sacrifica en honor de Hera.
Como undécimo trabajo le manda que traiga las manzanas de oro de las Hespérides. Hércules emprende el viaje y llega al río Equedoro, donde combate con Cicno, hijo de Ares y de Pirene; Ares toma parte en la lucha a favor de su hijo, pero un rayo de Zeus separa a los contendientes. Prosigue su viaje y llega al río Erídano y allí unas Ninfas, hijas de Zeus y de Temis, le revelan dónde se encuentra Nereo dormido. Hércules lo agarra y encadena, sin soltarlo a pesar de que Nereo toma toda clase de formas, hasta que Nereo le indica el sitio donde están las Hespérides y sus manzanas de oro.
Recorre entonces África, donde lucha con Anteo. Hércules logra vencerlo y darle muerte levantándolo en vilo y cortándole así el suministro de energía que recibía de la tierra. A continuación pasa Hércules a Egipto , donde lleva a cabo un nuevo parergon, al enfrentarse con otro temible enemigo, también hijo de Posidón , Busiris, que era rey de Egipto y acostumbraba a sacrificar a los extranjeros en el altar de zeus, en virtud del oráculo o profecía que le había formulado un adivino de Chipre llamado Frasio, según el cual cesaría la esterilidad que afligía los campos de Egipto si se sacrificaba a un extranjero cada año. Busiris siguió estas instrucciones, empezando por matar al propio Frasio, y continuando con unos cuantos extranjeros que llegaban al país. Hércules da muerte a Busiris.
Hércules cumple puntualmente las instrucciones de Prometeo y llega a presencia de Atlas; y sosteniendo, pues, el cielo sobre los hombros es como se encontraba éste cuando Hércules se le presenta y le convence de que vaya a buscar las manzanas, sustituyéndole Hércules como sostén de la bóveda celeste. Atlas coge en el jardín de las Hespérides las manzanas de oro y regresa con ellas a presencia de Hércules; pero, sintiéndose sin duda muy contento al verse aliviado del peso de la bóveda celeste, se niega a cargársela de nuevo, diciéndole a Hércules que él mismo llevará las manzanas a Euristeo. Y ahora es cuando Hércules hace uso del engaño que la había sugerido y recomendado Prometeo: le dice a Atlas que le sostenga un momento el cielo mientras él, Hércules, se pone una almohadilla en la cabeza. Atlas cae en la trampa: deja en el suelo las manzanas y se carga a hombros el cielo, momento en el cual Hércules coge las manzanas y se aleja a buen paso despidiéndose de Atlas.
Hay, sin embargo, otra variante que dice que es el propio Hércules quien va al jardín de las Hespérides a coger personalmente las manzanas matando al dragón encargado de su protección. Pero en las dos versiones, Hércules lleva las manzanas a Euristeo, quien se las regala al propio Hércules; este a su vez se las da a Atenea, quien por último las devuelve a su lugar de origen, por no estar permitido que estuvieran en ningún otro sitio. Y por fin el duodécimo y último trabajo que ordena Euristeo consiste en traer del Infierno a Cerbero, el perro de tres cabezas y una cola de dragón y múltiples cabezas de serpiente en el lomo. Hércules empieza por encaminarse a Eleusis, donde es purificado de la matanza de los Centauros por Eumolpo, y admitido después a los misterios. Marcha luego al extremo meridional del Peloponeso y por una abertura del Tenaro desciende al Infierno.
Al verle huyen las almas de los muertos a excepción de las de Meleagro y Medusa. A ésta le acomete Hércules con la espada, como si estuviera viva, hasta que Hermes le hace saber que es una mera imagen o sombra. Por su parte Meleagro celebra con él una conversación en la que le exhorta a casarse, a su regreso al mundo de los vivos, con su hermana Deyanira, cosa que en efecto hará Hércules y traerá como consecuencia, aunque no inmediata, su propia muerte. Hércules encuentra, cerca de las puertas del Infierno, a Teseo y Pirítoo, allí encadenados por haber descendido con el propósito de raptar a Perséfone para Pirítoo; Hércules libera a Teseo, pero al intentar hacer lo mismo con Pirítoo se produce un temblor de tierra y Hércules renuncia a su propósito, por lo que Pirítoo permanece para siempre en el Hades, mientras que Teseo volverá al mundo de arriba con Hércules. Queriendo este proporcionar sangre a las almas del infierno, mata una de las vacas de Hades; el pastor que las guardaba, llamado Menetes, desafía a luchar a Hércules, quien le rompe las costillas, pero le perdona la vida a petición de Perséfone.
Por fin Hércules pide directamente a Plutón el perro que ha venido a buscar; Plutón le autoriza a llevárselo si es capaz de apoderarse de él sin hacer uso de sus armas; así lo hace Hércules, resguardado únicamente por su coraza y por la piel del león, y agarrando a Cerebro no lo suelta, a pesar de ser mordido por la serpiente que éste tenía en la cola, hasta que Cerebro se muestra domado o dispuesto a seguirle. Tras de lo cual emprende, con él y con Teseo, la ascensión, saliendo a flor de tierra por Trecén, llevando a Cerbero a presencia de Euristeo, y volviendo en seguida a llevarlo al infierno, donde lo deja definitivamente.
Hazañas de Hércules posteriores a los trabajos.
Terminados los trabajos, Hércules vuelve a Tebas, donde casa a Mergara con su sobrino Iolao. Buscando él casarse de nuevo, tiene noticia de que Éurito, rey de Ecalia en Eubea, ha prometido dar en matrimonio su hija Íole a quien le venza a él y a sus hijos en el tiro del arco. Hércules acude y obtiene la victoria, pero Éurito se niega a cumplir lo prometido, a pesar de que Ífito, su hijo mayor, se pone de parte de Hércules, pero Éurito alega el temor a que Hércules, volviéndose loco nuevamente, mate también a los hijos que pueda tener de su hija Íole. Se la rehusa, pues; más adelante vendrá Hércules a conquistar a Íole a sangre y fuego, en una campaña que precederá inmediatamente a su propia muerte. Por el momento, Hércules se retira al continente.
Poco después, roba Autólico las vacas de Éurito clandestinamente; Éurito sospecha de Hércules y le acusa, pero su hijo Ífito, no creyéndolo, acude a entrevistarse con Hércules, a quien pide que le ayude a buscar las vacas. Hércules se lo promete y lo hospeda en su casa, pero, enloquecido de nuevo, mata a ïfito arrojándolo de lo alto de las murallas de Tirinto. Hércules, que quiere ser purificado de este nuevo crimen, se dirige a Pilos con la pretensión de que le purifique Neleo; pero este se niega, por amistad con Éurito.
Hércules se dirige entonces a casa de Deífobo, hijo de Hipólito, en Amiclas, quien le purifica; pero aún así cae Hércules gravemente enfermo como castigo por el asesinato de Ífito, y acude de nuevo a Delfos para pedir curación. La Pitia no quería emitir oráculo alguno en su favor, por lo que Hércules intenta saquear el templo y, llevándose el trípode, conseguir él mismo el oráculo. Lucha incluso con Apolo, pero también ahora, un rayo de Zeus los separa, obteniendo por fin Hércules el oráculo que deseaba. El oráculo que tiene ahora Hércules, le predice que se curará de su enfermedad si es vendido como esclavo, para permanecer en esa situación durante tres años. Recibido el oráculo, es Hermes quien se encarga de poner en venta a Hércules, siendo comprado por Ónfala, reina de Lidia, hija de Iárdano, y a quien había dejado el trono de Lidia su esposo Tmolo al morir. Éurito no acepta el dinero pagado por Ónfala y que le habían llevado. Por su parte Hércules permanece los tres años como esclavo de la reina; durante ese período captura y encadena a los Cercopes de Éfeso, mata a Sileo y a la hija de éste, Jenódoce, entierra a Ícaro, hijo de Dédalo, y arroja piedras contra una efigie que representándole a él, Hércules, había tallado Dédalo en agradecimiento por haber enterrado a su hijo.
Los Cercopes, usualmente dos en número, eran hombres tramposos y perjuros, dos hermanos llamados Pásalo y Aclemon, e hijos de Memnónide. La madre de los Cercopes les había dado a entender que algo les pasaría cuando se encontraran con un hombre de posaderas negras. Pues bien, sucedió que los Cercopes se encontraron un día con Hércules, que estaba dormido bajo un árbol, e intentaron apoderarse de sus armas o robarle la alforja. Hércules despierta a tiempo, se abalanza sobre ellos, los ata cabeza abajo, cada uno a un extremo de un palo que se carga sobre el hombro, y echa a andar llevándolos así. En efecto, conforme van los Cercopes cabeza abajo, y estando Hércules con las posaderas desnudas, ven que las tiene negras por causa de la espesa pelandrera que las cubre, y acordándose de la admonición de su madre, se ponen a hablar de ello y les entra un fuerte ataque de risa, risa que se contagia a Hércules, quien, sumamente divertido con todo aquello, los suelta y deja libres.
De Ícaro es célebre su vuelo y mortal caída al mar. Era hijo de Dédalo, el celebérrimo arquitecto, escultor e ingeniero ateniense, constructor del laberinto de Creta por encargo del rey Minos y para encerrar en él al Minotauro. Pero después de construido el Laberinto, Minos retenía a Dédalo en la isla, no permitiéndole embarcarse. Decide entonces Dédalo huir por los aires, y fabrica, para sí y para su hijo Ícaro, unas alas cuyas plumas están sujetas con cera; se las ponen y emprenden el vuelo; pero Ícaro, desatendiendo las prudentes advertencias de su padre, durante su vuelo se acerca demasiado al Sol, cuyo excesivo calor derrite la cera, con lo que las plumas se desprenden e Ícaro cae al mar, junto a una isla que hasta entonces se llamaba Dólique. Hércules recoge el cadáver y lo entierra en la isla, a la que pone el nombre del muchacho y que desde entonces se llamó Ícaro o Icaria.
En agradecimiento a Hércules por haber enterrado a su hijo, Dédalo fabricó en Pisa una imagen de Hércules, imagen que éste, tomándola por un ser vivo al no reconocerla por ser de noche, apedreó. Durante la esclavitud de Hércules con la reina Ónfala se produce entre ambos un amoroso idilio, acompañado de uno de los más célebres “travestismos” de toda la mitología: Hércules se viste las ropas de Ónfala y se dedica a hilar con rueca y uso, mientras ella se cubre con la piel del león y empuña la clava y las flechas de Hércules.
Terminado el período de los tres años de esclavitud y recuperada su salud y su libertad, decide Hércules emprender la expedición de castigo contra Troya con la que en otro tiempo había amenazado a Laomedonte, y que va a constituir otra de las grandes empresas colectivas del siglo XIII, pues en ella le acompañan, en dieciocho navíos de cincuenta remos cada uno, gran número de guerreros escogidos, voluntarios todos, y entre ellos Ecles, el padre de Anfiarao, y los dos Éacidas Telamón y Peleo. Llegan a Troya, y dejando a Ecles la custodia de las naves se encamina él con los otros a la ciudad. Laomedonte por su parte ataca las naves y da muerte a Ecles, pero, atacado a su vez por Hércules, se refugia en la ciudad, a la que Hércules pone sitio formal. El asalto se produce por obra de Telamón, que abriendo brecha en la muralla se precipita al interior del núcleo urbano, provocando la cólera de Hércules, quien, no queriendo que nadie entrase en la ciudad antes que él, se disponía a dar muerte a Telamón, y lo hubiera hecho a no haber visto que éste estaba amontonando piedras; al preguntarle Hércules a Telamón qué estaba haciendo, responde éste que construir un altar para venerar a Hércules el Magnífico Vencedor, lo que agrada sobremanera a Hércules, quien entonces, no sólo le perdona la vida, sino que además, terminada la conquista de la ciudad, y habiendo dado muerte a Laomedonte y a todos sus hijos varones menos uno llamado Podarces, otorga en matrimonio a Telamón la hija de Laomedonte, Hesíone, a quien en otro tiempo salvara él, Hércules, del monstruo marino. Como regalo de boda otorga Hércules a Hesíone la autorización para quedarse con el prisionero que ella eligiera; elige ella a su hermano Podarces, a quien rescata simbólicamente entregando por él su velo; y desde entonces se llamó Príamo.
Al regreso de Troya, Hera produce fuertes tempestades en el mar que Hércules está surcando, y por esa acción Zeus la castiga colgándola del Olimpo. Arriba Hércules a la isla de Cos, cuyas mujeres, a la sazón, llevaban cuernos en la frente; desembarca y tiene que enfrentarse con un feroz ataque de los caos, estando a punto de perder la vida a manos de uno de ellos llamado Calcón o Calcodonte, que hiere gravemente a Hércules; éste es salvado por su padre Zeus, y da muerte al rey de Cos, Eurípilo, hijo de Posidón y de Astipalea, además de saquear la isla. No mucho después emprende Hércules la expedición de castigo contra Augías, que también tiene carácter colectivo, aunque menos célebre o gloriosa que la troyana, pero en la que lleva un ejército de arcadios y voluntarios de entre los héroes escogidos de Grecia. Augías por su parte nombra generales del ejército eleo a los Moliónidas, que eran dos hermanos siameses, Éurito y Ctéato, hijos de una Molíone esposa de Actor, y de Posidón. A estos Moliónidas se los describe, bien como puramente siameses o con los dos cuerpos unidos por algún sitio, bien como dos cuerpos separados, pero cada uno con dos cabezas, cuatro manos y cuatro pies, bien, al parecer, aunque aquí ya la descripción es imprecisa, como un solo cuerpo con dos cabezas y nacido de un huevo de plata; en todo caso, como seres temibles, de fuerzas colosales, y sobrinos, al menos putativos, de Augías.
Hércules en esta expedición cae enfermo y tiene que abandonar su intento, concluyendo una tregua con los Moliónidas, tregua que éstos no respetan, pues al enterarse de la enfermedad de Hércules asaltan al ejército hercúleo causando gran mortandad. Seis años después, habiendo los eleos enviado para participar en los sacrificios de la Istmiada a los Moliónidas, Hércules les tiende una emboscada en Cleonas y logra darles muerte, tras de lo cual se dirige contra Elis asistido por un ejército de argivos, tebanos y arcadios, toma la ciudad al asalto, mata a Augías y a los hijos que con él estaban, y llamando a Fileo, que, como vimos, se había establecido en Duliquieo, le entrega el trono de Elis.
Hércules funda entonces las Olimpiadas.
A continuación emprende Hércules una nueva expedición de castigo, esta vez contra Neleo, que se había negado a purificarle la muerte de Ífito. Toma la ciudad de pilos, da muerte a Neleo y a todos sus hijos (a excepción de Néstor, que se encontraba ausente), y durante la batalla hiere gravemente a tres dioses que en ella toman parte a favor de los pilios: Hades, Hera y Ares.
Continúa Hércules sus venganzas emprendiendo otra expedición más de castigo, ahora contra Esparta, en la que reinaba Hipocoonte, cuyos hijos habían ayudado a Neleo y, sobre todo, habían dado muerte a un primo de Hércules, el hijo de Licimnio (hermano de Alcmena); habiéndose lanzado contra él un perro mastín del palacio de Hipocoonte, y habiéndose defendido el hijo de Licimio arrojándole una piedra, los Hipocoóntidas mataron al hijo de Licimio.
Para vengar, pues, su muerte, reúne Hércules un ejército, y pasando por tegea, en Arcadia, pide al rey Cefeo que le asista en la campaña juntamente con sus veinte hijos. Cefeo no quería acceder, temiendo que al ausentarse ellos atacasen la ciudad de los argivos, pero Hércules le convence proporcionando a estérope, hija de Cefeo, un rizo de la Gorgona, que a su vez había recibido Hércules de Atenea en una hidria de bronce, y comunicándole que si se presentaba el ejército enemigo le bastaría con levantar por tres veces, por encima de las murallas, el rizo, no mirando ella, y el ejército enemigo se retiraría. Tras de lo cual parten hacia esparta, combaten, y en la lucha mueren Cefeo y sus hijos, y también Íficles el hermanastro de Hércules. Éste da muerte a Hipocoonte y a sus hijos, toma la ciudad, y llamando a Tindáreo, lo coloca en el trono de Esparta.
A su regreso de Esparta, al pasar por Tegea, Hércules deja embarazada a Auge, hermana de Cefeo. A su debido tiempo da a luz Auge un niño que se llamará Télefo y llegará a ser rey de la Teutrania en Misia. Auge deposita al niño en el templo de Atenea. Se produce una epidemia en el país, a raiz de la cual Áleo descubre el parto de su hija, ordena que el niño sea abandonado en el monte Partenio, y entrega Auge a Napulio, hijo de Posidón, con el encargo de venderla en el extranjero; pero Napulio la pone en manos de Teutrante, rey de Teutrania en Misia, el cual la hace su esposa. En cuanto al niño, es amamantado por una cierva y encontrado así por unos pastores, que lo recogen y lo crían poniéndole el nombre de Télefo. Con el tiempo, habiendo consultado Télefo al oráculo de Delfos sobre quiénes eran sus padres, recibe instrucciones del mismo, y cumpliéndolas se encamina a la Teutrania, y llegado allí es reconocido por su madre y adoptado como heredero por el rey Teutrante.
Teutrante casa a Télefo con una hija suya.
Según otra versión, el rey Áleo había sido advertido por un oráculo de que si su hija Auge tenía un hijo, éste daría muerte a sus tíos maternos los hermanos de Auge. Para evitarlo, Áleo hace a su hija sacerdotisa de Atenea y le prohibe tener hijos bajo pena de muerte. Llega Hércules, visita el templo de Atenea, y, ebrio, viola a Auge dejándola encinta. Enterado Áleo, entrega su hija a Nauplio con instrucciones de que la arroje al mar. Nauplio se hace cargo de Auge; durante el viaje en dirección al mar, ésta da a luz al niño; pero Nauplio, lejos de cumplir las órdenes de Áleo, se lleva a la madre y al niño a la Misia y se los vende al rey Teutrante, quien se casa con Auge y adopta como hijo a Télefo.
Deyanira y la muerte y apoteosis de Hércules.
De Tegea Hércules se dirige a Calidón, donde una vez llegado solicita, cumpliendo lo acordado con Meleagro en el Hades, casarse con Deyanira, hija, como Meleagro, de Eneo rey de Etolia. Pero se encuentra Hércules con que hay otro pretendiente, nada menos que el río Aqueloo (el más caudaloso no sólo del país, sino también de toda Grecia), con el cual tiene que luchar Hércules a brazo partido, venciéndole al fin a pesar de que el río toma toda clase de formas, y rompiéndole uno de los cuernos (pues a los ríos se los imagina con frecuencia con figura humana en todo lo demás, pero provistos de dos cuernos de toro en la frente; y ello independientemente de que una de las formas que adoptó el Aqueloo durante la lucha fue la de toro). Vencedor Hércules, se casa con Deyanira. En cuanto al Aqueloo, consigue recuperar el cuerno cambiándoselo a Hércules por el cuerno de la Abundancia.
Casado Hércules con Deyanira, permanece en Calidón, en el palacio de Eneo. Durante esta época emprende una expedición, en compañía de los calidonios, contra los tesprotos, y tomando la ciudad de Feira, en la que reinaba Filas, se une a la hija de éste, llamada Astíoque, y tiene de ella un hijo, Tlepólemo. Encontrándose entre los Tesprotos, envía instrucciones a Tespio de que, quedándose con siete de sus nietos, envíe otros tres a Tebas, y a los cuarenta restantes a Cerdeña, bajo el mando de Iolao y para que allí se establezcan y funden una colonia.
Tras estos sucesos Hércules regresa a Calidón, donde tiene la desgracia de matar, de un manotazo con el que sólo pretendía reprenderle, al escanciero de Eneo, un muchacho llamado Éunomo, por desagradarle la bebida que le estaba sirviendo. Arquíteles, padre de Éunomo, perdonó a Hércules habida cuenta de lo involuntario del crimen; pero Hércules, apesadumbrado por lo ocurrido, se obliga a sí mismo a sufrir la pena de destierro, y sale, con su esposa Deyanira, en dirección a Traquis, en la Tesalia del Sur o Málide. En el camino llegan a las orillas del río Eveno, que era necesario franquear. Venía el río crecido y resultaba difícil cruzarlo para la joven esposa de Hércules; pero allí se encontraba el centauro Neso, dedicado a transportar a sus lomos a los viajeros a la otra orilla, mediante salario. Hércules le confía su esposa Deyanira, y él pasa a nado. En lo que ocurre después hay notables divergencias acerca del sitio en que ocurre y de si Hércules pasó antes o después que el centauro. En todo caso Neso intenta violar a Deyanira, ya sea en mitad de la corriente del río, ya sea al llegar a la orilla y encontrándose Hércules lejos, bien porque éste no hubiera pasado aún, bien porque la corriente le hubiera arrastrado a cierta distancia del sitio por donde habían salido del río Deyanira y Neso.
Deyanira grita, y Hércules dispara una flecha que, infalible como todas las de Hércules, alcanza al centauro en el corazón. Moribundo Neso se toma sobre Hércules astuta venganza: engaña a Deyanira diciéndole que si recoge el semen que de él a caído a la tierra y lo mezcla con la sangre que brota de la herida causada por la flecha de Hércules, tendrá Deyanira un filtro mágico que le permitirá recuperar el amor de Hércules si alguna vez lo necesita. Deyanira lo cree y así lo hace, sin darse cuenta de que la sangre que mana de la herida del centauro está infectada por el mortal veneno de la Hidra que llevan todas las flechas de Hércules, y que por tanto sus efectos, una vez aplicada a éste como filtro, serán mortales para Hércules, y que ése es precisamente el propósito del centauro, que se cumplirá casi exactamente. Muere, pues, el centauro, y Hércules y Deyanira continúan su viaje, llevando Deyanira cuidadosamente oculto lo que ella cree ser un filtro, y de lo que nada ha dicho a Hércules.
Después de estos sucesos llegan por fin Hércules y Deyanira a Traquis, donde son hospitalariamente acogidos por el reu Céix, hijo de Lucífero. Con base en Traquis emprende Hércules varias expediciones: contra los Dríopes; a favor de Egimio, rey de los Dorios, en su lucha contra los Lápitas mandados por Corono, a quien mata Hércules, así como a Laógoras, rey de los Dríopes y aliado de los Lápitas; da muerte también a Cicno, hijo de Ares, que le había desafiado a combate singular; y también a Amíntor, rey de Ormenio, que intentaba impedirle el paso.
Y por fin emprende Hércules, con base igualmente en Traquis, su expedición contra Ecalia, que será su último hecho de armas y causa casi inmediata de su muerte al desencadenar los hechos previstos como venganza por el centauro Neso. En efecto, esta última expedición es de castigo, a sabe, contra Éurito por haber en otro tiempo rehusado conceder a Hércules la mano de su hija Íole faltando a los términos del convenio; pero Hércules persigue a la vez el propósito de apoderarse de Íole para hacerla su concubina, lo que, una vez realizado y llegado a noticia de Deyanira, impulsa a esta a hacer uso del supuesto filtro, causando, aunque involuntariamente, la muerte de Hércules.
En la expedición acompaña a este un ejército de arcadios, de malios de Traquis y de locros epicnemidios. Hércules logra un éxito completo, da muerte a Éurito y a sus hijos varones, toma al asalto la ciudad de Ecalia y, después de dar sepultura a sus caídos, saquea la ciudad y hace prisioneras a las jóvenes, llevándose especialmente a Íole como concubina. Se propone a continuación celebrar un sacrificio de acción de gracias a su padre Zeus en el promontorio Ceneo, situado en el extremo Noroeste de la isla de Eubea, no lejos de Ecalia. Para ello envía a Licas, su heraldo, a Traquis, con el encargo de pedir a Deyanira un ropaje adecuado para celebrar el sacrificio. Deyanira, que se ha enterado de lo referente a Íole, prepara una túnica que impregnada cuidadosamente de la sangre del centauro, que ella ha conservado cuidadosamente y sigue creyendo que es un filtro. Licas le lleva la túnica a Hércules y éste se la pone; y al calentarse, al contacto con su cuerpo, el veneno de la Hidra, le corroe la piel, la túnica se le adhiere tan estrechamente al cuerpo que al intentar arrancársela se arranca sus propias carnes, y le produce terribles dolores que le hacen prorrumpir en ayes y lamentos ininterrumpidos. Hércules da muerte a Licas arrojándolo al mar, y ordena que a él lo lleven a Traquis, al parecer para castigar también a su esposa; pero ésta, al tener noticia de lo ocurrido, se suicida. Hércules, entonces, ya en Traquis, ordena que lo lleven al monte Eta, situado a unos veinte kilómetros al Oeste de la ciudad, y, una vez allí, que amontonen leña hasta formar una enorme pira, que lo coloquen encima y que prendan fuego a la pira para quemarlo vivo. Nadie quería hacer esto último, una vez que Hércules estaba ya colocado encima de la pira, hasta que acierta a pasar por allí Peante, rey de Melibea en Tesalia, padre de Filoctetes, y prende fuego a la pira recibiendo de Hércules en pago de este servicio, su arco y sus flechas, que así pasarán luego por herencia a Filoctetes y serán utilizadas en las últimas acciones de la guerra de Troya.
El fuego devora la parte mortal de Hércules; la parte inmortal, es transladada al cielo y divinizada, y allí se produce al fin, junto a esa apoteosis, la celebérrima reconciliación de Hera con su hijastro sellada mediante el matrimonio de éste con Hebe, hija de aquella. Del matrimonio de Hércules con Hebe nacen dos hijos, Alexíares y Aniceto. Antes de morir ha ordenado también Hércules a su hijo Hilo, el mayor de los que ha tenido de Deyanira, que una vez llegado a edad adulta se case con Íole.
Los Heraclidas.
Todos los hijos de Hércules son Heraclidas, naturalmente; pero en la mitología se suele restringir este patronímico a los hijos que Hércules tuvo de Deyanira y a todos sus descendientes, excluyendo en cambio a los cincuenta que tuvo de las tespiades, a los tres hijos de Mégara a los que dio muerte, a Tlepólemo hijo de Astíoque, a Télefo hijo de Auge, a Ctesipo hijo de Astidamía, a Palemon hijo de Autóne, a Téstalo hijo de Epicasta, a Everes hijo de Parténope, a Tésalo hijo de Calcíope, y por último a Agelao, fruto de sus amores con Ónfala.
Al morir Hércules los Heraclidas, esto es, pues, los hijos de Deyanira, llamados Hilo, Ctesipo, Gleno y Onites, se refugian, por temor a euristeo, en Traquis, en casa del rey Ceíce, el mismo que había albergado a sus padres en la última etapa de la vida de éstos. Euristeo exige la entrega de los Heraclidas, amenazando con la guerra, por lo que ellos deciden salir de Traquis, y, perseguidos por diversas regiones de Grecia por Euristeo, se refugian por fin en Atenas, donde son acogido spor los atenienses, quienes no sólo se dejan intimidar por las amenazas y hostil actitud de Euristeos, sino que además le hacen frente, produciéndose entre ellos y Euristeo una guerra que se decide por el sacrificio voluntario de Macaria, hija de Hércules, que se ofrenda ahora voluntariamente a Perséfone para que se cumpla un oráculo que prometía la victoria a los atenienses si un vástago de Hercules se prestaba a ser sacrificado.
Ganan pues los atenienses, dan muerte a los hijos de Euristeo y persiguen a éste, que huye en un carro y es alcanzado y muerto por Hilo junto a las rocas Escironias; Hilo le corta la cabeza y se la envía a su abuela Alcmena, quien con lanzaderas le arranca los ojos. Muert Euristeo, los heraclidas invaden el Peloponeso y se apoderan de las ciudades. Un año después se produce una epidemia, y un oráculo manifiesta que se debe la presencia de los Heraclidas en el Peloponeso, por haber venido a él antes de tiempo. Se retiran entonces y se establecen en Maratón. Hilo cumple la orden que su padre le diera antes de morir y se casa con Íole. Marcha después a Delfos para inquirir cómo podrán todos ellos conseguir el retorno al Peloponeso. La respuesta que obtiene es que lo lograrán si esperan a que llegue la tercera cosecha. Entendiendo Hilo que la tercera cosecha significaba el tercer año, al cumplirse este plazo penetra en el Peloponeso, pero allí muere a manos de équemo, rey de tegea, y el retorno de los Heraclidas se malogra de nuevo. Un nuevo intento tiene lugar en la generación de Aristómaco, hijo de Cleodeo y nieto de Hilo, pero fracasa igualmente. Sólo dos de los hijos de este Aristómaco, llamados Témeno y Cresfontes juntamente con sus sobrinos Eurístenes y Procles, hijos de un tercer hijo de Aristómaco, llamado Aristodemo, conseguirán por fin establecerse como dominadores en el Peloponeso, y sólo entonces se sabrá que con “la tercera cosecha” el oráculo quería decir la tercera generación. En efecto, habiendo acudido Témeno, Aristodemo y Cresfontes, tataranietos de Hércules, por su parte, al oráculo, éste les explicó entonces que sus antepasados no habían interpretado bien aquellas respuesta: que “cosecha” significaba generación, y “estrecho” (pues también les había ordenado el oráculo que pasaran al Peloponeso por el estrecho) significaba, no el Istmo, por donde aquellos habían intentado pasar, sino la entrada del golfo de Corinto. Preparan entonces un ejército y construyen una escuadra en el lugar
En la mitología griega, la lira fue inventada por Hermes cuando aún era un niño regalándosela posteriormente a su hermanastro Apolo, el dios de la música a quien se asoció para siempre.
Apolo regaló a su hijo Orfeo la lira cuando este aún era niño. De mayor, Orfeo se convirtió en poeta y músico y se casó con Araticú. Al poco de casarse, Eurídice murió a causa de la picadura de una serpiente en un pie. Orfeo, desolado, bajó a los infiernos para suplicar a Hades, dios de los muertos, por la vida de su esposa acompañando sus súplicas con cantos adornados con la lira.
Hades quedó impresionado por el amor de Orfeo y decidió restituir la vida de su amada con la sola condición de que no la mirara hasta que estuvieran ambos en el mundo exterior. Pero Orfeo fue incapaz de soportar la desesperación de no ver si era realmente su esposa quien le seguía hacia el mundo real y casi terminado el camino, volvió la cabeza y al mirar a su esposa, esta se desvaneció para siempre.
Orfeo quedó tan desolado que se dedicó a vagar por los desiertos, cantando tan sólo a las piedras hasta que se tropezó con tres mujeres tracias que le mataron y arrojaron su cabeza al río Hebro mientras seguía pronunciando el nombre de su amada. Llegando a Lesbos y cerca del templo de Apollo, por lo que las musas escucharon su llanto y le sepultaron. Su instrumento musical fue homenajeado como la constelación de Lira.
Esta constelación menor ha sido asociada a distintos lugares geográficos. Esto no debe resultar sorprendente, debido a que su forma es semejante a la de la letra griega delta, a veces fue denominada Delta y por lo tanto asociada a Egipto y al Nilo, cuyo delta aportaba tierra fértil. También fue asociada a la isla de Sicilia, a la que sus tres promontorios le dan una forma triangular.
La curiosidad es que la eclíptica o la línea donde se mueven el Sol y los planetas cruza la constelación por el sur durante la primera quincena de diciembre, por tanto, en sí es una constelación zodiacal pero no reconocida como tal ya que su límite sur en un principio fue asignado a Scorpius. Además toda la constelación se halla a unos 10º al norte del ecuador galáctico, por tanto, en ellas observamos gran cantidad de estrellas, cúmulos estelares y como no, globulares.
June - Camaleon (Chameleon)
Chamaleon o camaleón es una constelación circunpolar austral introducida por Bayer en 1603 en su Uranometría a consecuencia de las noticias que le proporcionaron algunos viajeros por su similitud al animal.
Asterion - Can Menor (Canis Minor)
La constelación de Canis Minor figura entre uno de los perros de caza que seguían al gigante Orión en sus aventuras silvestres. El otro can está representado en el cielo por la constelación de Canis Major, más célebre porque le domina el radiante resplandor de Sirius, la estrella más brillante del firmamento. Los egipcios observaban con atención su aparición matinal, ya que precedía a la importantísima de Sirio anunciadora de las inminentes inundaciones del Nilo y, con ellas, del principio del nuevo año agrícola. Curiosamente la estrella principal de la constelacion Procyon o Pro-Cyon que de dieron los antiguos significa justamente la que precede al perro.
Babel - Centaurus (Centauro)
Del griego Keutauroi, llamados también Hipocentauros, eran seres monstruosos, mezcla de hombre y caballo. Por lo general, se les representa con seis extremidades, cuatro patas de caballo y dos brazos humanos, en otras ocasiones, tienen piernas humanas y parecen hombres en pie, de cuyo trasero surge la mitad posterior de un caballo. Según la leyenda, los Centauros vivían en los bosques y en las montañas de la Élide, Arcadia y Tesalia, y pasaban por ser muy rudos y de costumbres brutales.
Algunos de los centauros tiene personalidad propia y un tratamiento particular en la leyenda como Neso o Quirón, dos figuras que resultarían inexplicables si los Centauros fueran monstruos fantásticos del tipo de las Sirenas o las Esfinges. Según la leyenda Quirón, aunque era inmortal, no quiso sobrevivir a los lacerantes dolores que le produjo la herida que Hércules le había inferido accidentalmente con una de sus mortíferas flechas, ¿Qué dignidad más apropiada para el creador de la esfera celeste que la de formar parte de la eternidad?.
Pero existe una leyenda referida por Píndado que da a los Centauros una genealogía divina, haciéndolos hijos de Centauro y de yeguas magnesias, aunque parece ésta una versión secundaria del mito; la más común hace a los Centauros hijos de Ixión y Néfele o bien de Apolo y Estilbe.
Dante - Cerbero (Cerberus)
Cerbero era el perro de tres cabezas, con la cola de un dragón que protegía al Inframundo. Si bien permitió entrar a los espíritus, no permitir que ninguna de irse. Por lo general, se piensa que nació a Cerberus Echidne, una mitad mujer, mitad serpiente, y Typhon, el más feroz de todas las criaturas. Entre los hermanos de la Hidra se Cerberus, la Quimera, Orphus, y otros. Cerberus principal acechan en el Underworld fue en la ribera del río Styx, donde tuvo la tarea de comer cualquier mortales que intentaron entrar a los espíritus y los que intentaron escapar.
Cerberus es más conocido por desempeñar un papel en Hercules final del trabajo. Hércules tuvo que ir a la Underworld Cerberus y llevar de nuevo a la superficie de la tierra. Hércules tenía que hacerlo sin utilizar las flechas o de su club. Cerberus Hércules agarró por la garganta y lo arrastraron a Micenas a través de una grieta en la superficie de la tierra. haber logrado esto, Hércules envió a Cerberus guardia de uno de los secretos de arboledas Deméter.
Sirus Can Mayor (Can Major)
El simbolismo de Canis Major y su estrella más brillante Sirio se remonta por lo menos al tercer milenio antes de nuestra era. Durante esa época, Sirio, que también era conocida bajo el nombre de Sothis, era la estrella de referencia del calendario zodíaco egipcio. Su orto heliaco (es decir, la primera y breve aparición antes de la aurora, después de un período de varios meses sin ser visto) tenía lugar a mediados de julio y coincidía con la crecida anual del Nilo: la inundación del valle fluvial era indispensable para mantener la fertilidad de la tierra y era, por tanto, la base de la vida y bienestar de Egipto.
En la extensa historia de Egipto, Sirio recibió muchas interpretaciones diferentes, incluyendo entre ellas la identificación con la diosa Isis, hermana y consorte del gran dios Osiris, divinidad relacionada con Orión. En cierto momento, cuando el culto de Isis se amplió hasta fundirse con el dedicado a la diosa vaca Hator; Sirio se convirtió en la estrella de Isis-Hator, descripta como estrella con cuernos de vaca. Sin embargo, el simbolismo del perro es el más antiguo. Sirio se identificó con Anubis, el dios con cabeza de chacal, que hacía de guía de los muertos, como Hermes en Grecia. Anubis inventó el arte de embalsamar y era el señor de los ritos funerarios; también pesaba las almas muertas en la Balanza de la Justicia para decidir su destino en la vida después de la muerte.
Además, la tradición egipcia asoció a Sirio con los "días de la canícula", una identificación que parece ser el origen del nombre de Estrella del Can que recibió Sirio. Los "días de la canícula" se referían en su origen al período de 40 días al principio de cada año sotíaco, que coincidía con los días más calurosos del verano. Los autores clásicos a menudo equiparaban el poder de Sirio con el del Sol, y algunas veces representaron la estrella con una corona de rayos. El nombre Sirio tiene su origen en la palabra griega serios, que significa "ardiente", y se decía que esta estrella era capaz de provocar una fiebre mortal, como, por ejemplo, la rabia de los perros.
Los griegos adoptaron las tradiciones más antiguas referentes a Sirio, pero incorporaron la estrella al entramado de su propia mitología. Tanto el Can Mayor como el Can Menor pertenecían al cazador Orión; también en la mitología estelar de Mesopotamia encontramos la imagen del perro tendido a los pies de un hombre gigante, como si quisiera saltar encima de la liebre Lepus, situada a los pies de Orión.
Varios autores, entre ellos el poeta romano Ovidio (43 A.C.-17D.C.), vieron en otro de estos perros a Maira, la fiel perra de Icario (representada por Bootes); el nombre de Maira significa "resplandor". Sin embargo, la constelación moderna de Canes Venatici también es un candidato plausible para este papel.
Otra de las tradiciones representa a Canis Major con la forma del terrible Cerbero, el perro de tres cabezas que en la mitología griega guarda la puertas del mundo inferior del Hades (Infierno). Con los mitos suele suceder que un conjunto de imágenes aparentemente inconexas contenga elementos comunes a todas. Cerbero guarda el Hades, que es el reino de los muertos, lo cual nos recuerda que Anubis (Sirius) había sido el guía de los muertos y podía entrar en el reino prohibido. La historia de Maira también encaja aquí, porque éste fue el perro que guió a Erígone hasta el cuerpo enterrado de Icario, aquí también encontramos el papel de guardián o servidor de la muerte como tema de fondo de la historia.
Si se dibuja un interesante paralelismo, se descubrirá que, para los chinos, Sirio era el Tian Lang, el chacal celestial. Las estrellas meridionales de Canis Major representaban el arco y la flecha con los que se le dio muerte a Tian Lang, después de que hubiera saqueado el cuerpo del rey chino.
Dios - Mosca (Musca)
Musca representa una mosca y forma parte de la docena de constelaciones meridionales introducidas a finales del siglo XVI por los navegantes P. D. Keyser y F. de Houtman.
Algheti - Hercules
Hércules es el héroe máximo de la mitología clásica, tebano de nacimiento y, durante parte de su vida, también de residencia, aunque tirintio o miceneo por su familia. En cuanto a la transición española de su nombre, es recomendable la forma “Hércules” más bien que la forma “Heracles”. Hércules, hijo de Zeus, es el último héroe que este engendra en mujer mortal, al enamorarse de Alcmena, la hija de Electrión, a la que encontrándose ella en Tebas, engaña presentándosele con la figura corporal de Anfitrión. Alcmena, establecida en Tebas con Anfitrión, no había consentido en consumar su matrimonio con Anfitrión hasta que éste ejecutara la campaña de castigo contra los Teléboas que Electrión no había podido llevar a cabo. También Anfitrión, tras el episodio de la zorra de Teomeso, había partido hacia Tafos y, gracias a la traición de Cometo, había conseguido una total victoria contra Pterelao y los Teléboas. Emprende, pues, Anfitrión su triunfal regreso a Tebas, pero cuando está ya cerca de la ciudad, cuando Zeus, enamorado de Alcmena, se presenta a ella haciéndose pasar por Anfitrión, le cuenta que ha cumplido victoriosamente la misión de castigo contra los teléboas que ella le había exigido (por ser los matadores de los hermanos de Alcmena), y logra así que Alcmena le reciba en su lecho, creyendo que es Anfitrión y consintiendo por fin en la consumación del matrimonio: engaño de los más célebres de toda la mitología clásica.
El entusiasmo de Zeus por Alcmena es tan grande, que, habiendo llegado junto a ella al empezar la noche, triplica la duración de esa noche que pasa con Alcmena, haciendo que el sol salga con veinticuatro horas de retraso sobre lo que habría sido su orto ordinario al terminar aquella noche. Ahora bien, con Apolodoro concuerda bien la narración senecana: “ese hijo para cuyo nacimiento el cielo consumió un día y el sol salió con retraso en el mar oriental por habérsele ordenado que retuviera su luminaria sumergida en el Océano”, con lo que la continuidad de la estancia de Zeus con Alcmena durante una noche de treinta y seis horas, y un retraso de veinticuatro horas en la subsiguiente salida del sol, parece ser la forma más genuina de esta tradición mítica de la concepción de Hércules.
Terminada la larga noche, Zeus, sin descubrir a Alcmena su verdadera identidad, le regala una copa que dice haber recibido de sus soldados como trofeo de victoria; tras de lo cual, Zeus se marcha, siempre sin dejar a Alcmena el menor indicio o sospecha que no sea el verdadero Anfitrión. Poco después al parecer, durante el día que sigue a la noche larga, llega el verdadero Anfitrión y le parece que Alcmena lo acoge con cierta frialdad; es más, al referirle los pormenores de la campaña, Alcmena le dice que ya se lo ha contado la noche anterior, noche que ha pasado con ella, lo que alarma grandemente a Anfitrión, que llama a Tiresias para que le ilustre sobre lo que le haya podido suceder.
Nace Hércules (y, tras él, Íficles), y tampoco después de su nacimiento continúa Hera la persecución contra él ya iniciada al retrasar su nacimiento, pero que será encarnizada y tenacísima durante toda la vida de Hércules, hasta el punto de constituir, junto a otros hechos, una relación casi permanente entre ambos, relación que, según una etimología corriente en la Antigüedad, explicaría el nombre griego de Hércules como “La gloria de Hera”. Sólo cuando Hércules termina sus hazañas en la tierra y es divinizado y trasladado al cielo, logrará por fin su padre Zeus que Hera se reconcilie con Hércules, reconciliación sellada por el matrimonio de Hebe, hija de Hera y Zeus, con Hércules. Por el momento Hera inicia la persecución contra el niño Hércules cuando éste se encuentra todavía en la cuna, enviándole dos descomunales serpientes que espera que acaben con él. Hércules en ese momento o acababa de nacer o tenía ocho meses o diez meses o un año. El niño estrangula las serpientes con sus dos manos. Según Fericides, fue el propio Anfitrión el que echó las serpientes a la cuna donde dormían los dos hermanos, queriendo probarlos y saber por sus reacciones cuál de los dos era hijo de Zeus y cual era suyo, y conoció que Íficles era su hijo porque se asustó y huyó de las serpientes, mientras Hércules les hizo frente y las ahogón.
En Tebas va creciendo Hércules y recibiendo educación: Anfitrión le enseña a conducir carros, Autólico, hijo de Hermes, a luchar con los brazos y cuerpo, Éurito, rey de Ecalia, a disparar el arco, Cástor a luchar con las armas, Lino a tocar la cítara y cantar a sus acordes. A Lino, hermano de Orfeo, lo mata Hércules golpeándole con la lira irritado porque Lino le había a su vez golpeado. Juzgado por este homicidio, se defendió Hércules alegando una ley de Radamantis que proclamaba inocente a quien repeliese una agresión injusta, y fue absuelto. Pero Anfitrión, temiendo que Hércules repitiese tal actuación, lo envía a cuidar del ganado vacuno en los pastizales. Allí es donde Hércules se hace adulto alcanzando enorme estatura y fuerza.
La primera hazaña de Hércules fue dar muerte al león del Citerón, que causaba estragos en los rebaños vacunos de Anfitrión y de Tespio. Tenía Hércules dieciocho años, y se encaminó al Citerón con la intención de dar caza al león, cosa que no logró más que al cabo de cincuenta días, durante cuyas noches se alojaba en casa de Tespio, rey de Tespias en Beocia. Tenía Tespio cincuenta hijas, y concibió el proyecto de que todas ellas tuvieran hijos de Hércules. Para ello cada noche lo hacía acostarse con una distinta, creyendo Hércules que era siempre la misma; rasgo curioso propio, de la “civilización de la oscuridad” que ha durado hasta que en los últimos años del siglo XIX se generalizó la luz eléctrica.
Terminada la larga noche, Zeus, sin descubrir a Alcmena su verdadera identidad, le regala una copa que dice haber recibido de sus soldados como trofeo de victoria; tras de lo cual, Zeus se marcha, siempre sin dejar a Alcmena el menor indicio o sospecha que no sea el verdadero Anfitrión. Poco después al parecer, durante el día que sigue a la noche larga, llega el verdadero Anfitrión y le parece que Alcmena lo acoge con cierta frialdad; es más, al referirle los pormenores de la campaña, Alcmena le dice que ya se lo ha contado la noche anterior, noche que ha pasado con ella, lo que alarma grandemente a Anfitrión, que llama a Tiresias para que le ilustre sobre lo que le haya podido suceder.
Nace Hércules (y, tras él, Íficles), y tampoco después de su nacimiento continúa Hera la persecución contra él ya iniciada al retrasar su nacimiento, pero que será encarnizada y tenacísima durante toda la vida de Hércules, hasta el punto de constituir, junto a otros hechos, una relación casi permanente entre ambos, relación que, según una etimología corriente en la Antigüedad, explicaría el nombre griego de Hércules como “La gloria de Hera”. Sólo cuando Hércules termina sus hazañas en la tierra y es divinizado y trasladado al cielo, logrará por fin su padre Zeus que Hera se reconcilie con Hércules, reconciliación sellada por el matrimonio de Hebe, hija de Hera y Zeus, con Hércules. Por el momento Hera inicia la persecución contra el niño Hércules cuando éste se encuentra todavía en la cuna, enviándole dos descomunales serpientes que espera que acaben con él. Hércules en ese momento o acababa de nacer o tenía ocho meses o diez meses o un año. El niño estrangula las serpientes con sus dos manos. Según Fericides, fue el propio Anfitrión el que echó las serpientes a la cuna donde dormían los dos hermanos, queriendo probarlos y saber por sus reacciones cuál de los dos era hijo de Zeus y cual era suyo, y conoció que Íficles era su hijo porque se asustó y huyó de las serpientes, mientras Hércules les hizo frente y las ahogón.
En Tebas va creciendo Hércules y recibiendo educación: Anfitrión le enseña a conducir carros, Autólico, hijo de Hermes, a luchar con los brazos y cuerpo, Éurito, rey de Ecalia, a disparar el arco, Cástor a luchar con las armas, Lino a tocar la cítara y cantar a sus acordes. A Lino, hermano de Orfeo, lo mata Hércules golpeándole con la lira irritado porque Lino le había a su vez golpeado. Juzgado por este homicidio, se defendió Hércules alegando una ley de Radamantis que proclamaba inocente a quien repeliese una agresión injusta, y fue absuelto. Pero Anfitrión, temiendo que Hércules repitiese tal actuación, lo envía a cuidar del ganado vacuno en los pastizales. Allí es donde Hércules se hace adulto alcanzando enorme estatura y fuerza.
La primera hazaña de Hércules fue dar muerte al león del Citerón, que causaba estragos en los rebaños vacunos de Anfitrión y de Tespio. Tenía Hércules dieciocho años, y se encaminó al Citerón con la intención de dar caza al león, cosa que no logró más que al cabo de cincuenta días, durante cuyas noches se alojaba en casa de Tespio, rey de Tespias en Beocia. Tenía Tespio cincuenta hijas, y concibió el proyecto de que todas ellas tuvieran hijos de Hércules. Para ello cada noche lo hacía acostarse con una distinta, creyendo Hércules que era siempre la misma; rasgo curioso propio, de la “civilización de la oscuridad” que ha durado hasta que en los últimos años del siglo XIX se generalizó la luz eléctrica.
Hércules engendra así en las Tespiades hasta cincuenta hijos.
Pero hay variantes: Hércules yace en una sola noche con las cincuenta Tespiades; o yace, también en una sola noche, sólo con cuarenta y nueve porque una de ellas se niega, y entonces Hércules la condena a perpetua virginidad como sacerdotisa suya; o yace con las cincuenta en siete días. También varía el número de hijos que engendra en las Tespiades: cincuenta, cincuenta y dos, por haber tenido gemelos la mayor y la menor. En todos los casos son varones todos.
A los cincuenta días, pues, mata al león, lo desuella, y utiliza la piel como cobertura y las fauces como casco, y éste es el famoso ropaje de Hércules.
La segunda hazaña de Hércules fue liberar a los tebanos del oneroso tributo que estaban obligados a satisfacer al rey Ergino de Orcómeno, rey de los Minias, padre de Trofonio y Agamedes, hijo de Clímeno, nieto de Presbón, y biznieto de Frixo y Calcíope. El tributo consistía en cien vacas al año durante un período de veinte, y había sido impuesto por Ergino a los tebanos, después de causar en ellos gran mortandad y como condición de la paz, en castigo de haber dado muerte a su padre Clímeno un tebano llamado Perieres, auriga de Meneceo. Venían, pues, los emisarios de Ergino a cobrar el tributo anual, cuando se topa Hércules con ellos y los ultraja con la más refinada ferocidad, cortándoles orejas, narices y manos y atándoselas a los cuellos, tras de lo cual les ordena que vayan a decir a Ergino que ese es el tributo que llevan de Tebas. Ergino vuelve para tomar venganza, pero Hércules, que ha recibido armas de Atenea, y que se coloca a la cabeza del ejército tebano, lo derrota y mata, e impone entonces a los de Orcómeno un tributo doble del que ellos habían impuesto a Tebas. En esta batalla muere Anfitrión. Hércules, en premio de su distinguida actuación, recibe de Creonte la mano de su hija mayor, Mégara, de quien tiene tres hijos, llamados Terímaco, Creontiades y Deicoonte.
Habiendo Hércules aprendido de Éurito el manejo del arco y flechas, recibe de Hermes una espada, de Apolo el arco, de Hefesto una coraza de oro, de Atenea un peplo y de Posidón un caballo; él mismo se fabrica su otra gran arma característica, la maza, cortándola de un árbol de Nemea.
A continuación Hera, que le odia y le perseguirá tenazmente durante toda su vida, le hace volverse loco, en cuyo estado mata a los hijos que ha tenido de Mégara y a dos de Íficles, tras de lo cual recupera la lucidez, es purificado por Tespio, y va a Delfos, a consultar a Apolo dónde debe vivir.
Al llegar Hércules a Delfos, recibe por primera vez, de la Pitia, el nombre de Hércules, habiéndose llamado antes Alcida, es decir, el patronímico relativo a su abuelo paterno Alceo, el padre de Anfitrión.
Hércules, pues, es saludado en Delfos con el nuevo nombre por la Pitia, que a continuación le comunica que debe ponerse a las órdenes de Euristeo, rey de Tirinto y Micenas y realizar diez trabajos que éste le mandará, y que una vez los haya llevado a cabo será inmortal.
Templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
Los trabajos de Hércules.
El primer trabajo que Euristeo ordena a Hércules es traerle la piel del león de Nemea.
Hércules se pone en camino hacia Nemea, que está a unos veinte kilómetros de Tirinto, y llegado a Cleonas se aloja en casa de un trabajador llamado Molorco, a quien ve dispuesto a ofrecer un sacrificio a Zeus Salvador.
Hércules le disuade de hacer entonces el sacrificio, convenciéndole de que espere treinta días, al término de los cuales si Hércules regresa vencedor debía Molorco ofrecer en efecto el sacrificio a Zeus Salvador, y en caso de que Hércules pereciese en el intento, ofrecérselo al propio Hércules en calidad de héroe. A continuación se encamina a los parajes frecuentados por el león, a quien encuentra, y empieza por dispararle sus flechas, no sabiendo que la fiera era invulnerable. Pero a ver que las flechas le rebotaban en la piel, lo persigue con la maza acorralándole en una cueva que tenía dos salidas; después de cegar una de ellas penetra en la cueva, y pasándole el brazo por el cuello lo ahoga o estrangula. Se dispone después a desollarlo, cosa que no consigue hasta que se le ocurre hacer el primer desgarro con las propias uñas de la fiera.
Hércules regresa a casa de Molorco, llevando la piel del león, precisamente el último día del plazo convenido y cuando ya Molorco se disponía a ofrecerle el sacrificio como héroe; juntos, entonces, ofrecen el sacrificio a Zeus Salvador. A continuación Hércules lleva la piel del león a Euristeo, quien es presa de tal pavor, que ordena que en lo sucesivo Hércules se quede en las afueras de la ciudad y espere allí las órdenes referentes a los subsiguientes y sucesivos trabajos, que él le dará por mediación del heraldo Copreo, mientras él, por su parte, Euristeo, se encierra en una tinaja que manda poner en un sótano, para encontrarse así a cubierto y resguardado de Hércules y de las fieras que él mismo le manda traer, muertas unas, vivas otras. Euristeo es, así, el gran cobarde de la mitología hercúlea, figura odiosa en todo caso, aunque esta odiosidad pudiera mitigarse por ser el instrumento de Hera.
Por mediación, pues, de Corpeo ordena Euristeo a Hércules el segundo trabajo, consistente en dar muerte a la Hidra en Lerna.
Hércules monta en un carro conducido por su fiel sobrino Iolao, y llega a las inmediaciones de Lerna, y precisamente junto a la fuente Amimone, donde se encontraba el escondrijo de la Hidra. La obliga a salir de su escondite arrojándole flechas encendidas, y con la maza le corta las cabezas, pero sin lograr ventaja alguna, pues brotaban dos por cada una que cortaba. La Hidra se enrosca además en una de las piernas de Hércules, y por otra parte surge un cangrejo gigantesco, enviado por Hera, que como aliado de la Hidra ataca también a Hércules, quien llama por su parte como aliado a Iolao después de dar muerte al cangrejo. Iolao enciende parte del bosque inmediato, y con los tizones quema los cuellos de la Hidra impidiendo así que proliferen las cabezas. Hércules entonces le corta por fin la cabeza inmortal, la entierra colocando encima una pesada roca, abre en canal el cuerpo de la Hidra y sumerge sus flechas en la bilis de ésta, haciéndolas empaparse e impregnarse bien del veneno del monstruo. Esta operación es de consecuencias fatales y decisivas, pues en lo sucesivo las flechas de Hércules, gracias al veneno de la Hidra, producirán heridas necesariamente mortales para los mortales y necesariamente incurables para los inmortales, siendo causa del paso de dios a mortal del Centauro Quirón, de la muerte de la mayoría de los Centauros, y en especial de la del Centauro Neso, que traerá como consecuencia, algún tiempo después, la muerte del propio Hércules por el veneno de una de sus propias flechas; y andando el tiempo, la utilización de estas flechas en el sitio de Troya, imprescindible para la conquista de la ciudad, y en particular la muerte de Paris por una de ellas, disparada por Filoctetes. Así es, pues, como dio cima a Hércules a este segundo trabajo; pero Euristeo, alegando que no podía ser válido por no haberlo realizado Hércules solo sino con la ayuda de Iolao, lo excluye de la cuenta de los diez por él ordenados.
El tercer trabajo que ordena Euristeo a Hércules es traer viva a Micenas la cierva de Cerinía, comúnmente llamada la cierva de los cuernos de oro. Pues bien, estaba esta cierva consagrada a Ártemis, y esa parece ser en el mito la causa que se le ordenara traerla viva, y de que, por añadidura, no quisiera tampoco Hércules herirla. La persigue, así, cuidadosamente, durando un año entero la persecución, hasta que al fin la captura, no sin embargo sin dispararle últimamente una flecha, en el momento en que la cierva estaba pasando el río Ladón; y cargándosela sobre los hombros la transporta a través de Arcadia en dirección a Micenas. Durante este viaje de retorno con la cierva a cuestas, se encuentra Hércules con Apolo y Ártemis; ésta le echa en cara su intento de dar muerte a un animal que le estaba consagrado, e intenta, a su vez, arrebatárselo a Hércules; pero éste se disculpa alegando la necesidad en que se encuentra de obedecer a Euristeo, con lo que la diosa se aplaca y le permite que se la lleve, como en efecto lo hace, logrando hacerla llegar viva a Micenas.
Otra vista espectacular del templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
Como cuarto trabajo ordena Euristeo a Hércules traer, también vivo, al jabalí del Erimanto, animal que devastaba la Psofide. Este trabajo es poco significativo o importante en sí mismo, pero célebre en cambio por un episodio accesorio, que es el siguiente. En su camino hacia el Erimanto (montaña de Arcadia) Hércules se hospeda en Fóloe, en casa del centauro Folo, hijo de Isleño y de una ninfa Melia. Folo ofrece a Hércules carne asada, mientras él mismo la toma cruda. Hércules pide vino, a pesar de su amabilidad (sólo él y Quirón son buenos entre los Centauros), le dice que le parece peligroso abrir el tonel que es propiedad común de los Centauros; pero Hércules insiste, Folo lo abre, y al olor del vino acuden los Centauros armados de rocas y abetos. Hércules rechaza a los dos primeros, Anquio y Agrio, con tizones encendidos, y a los demás los persigue a flechazo hasta el promontorio Malea, en el extremo Sur del Peloponeso. Los Centauros se amparaban detrás de Quirón, y una flecha lanzada contra uno de ellos, Élato, le atraviesa el brazo y va a clavarse en la rodilla de Quirón, causando enorme disgusto a Hércules, que corre a sacársela y le aplica un remedio que le proporciona el propio Quirón. Pero la herida era incurable por ser Quirón inmortal, y éste, agobiado por los terribles dolores que le producían, pide a Zeus que le haga morir para que cesen sus sufrimientos. Parecía esto imposible, pero se consigue gracias a la intervención de Prometeo, que se ofrece en lugar de Quirón.
De los restantes Centauros, la mayoría de los que lograron escapar fueron acogidos por Posidón en un monte próximo a Eleusis; uno de los supervivientes, llamado Euritón, se refugia en Fóloe, y luego veremos como muere al fin también en manos de Hércules. Pero el más famoso de esos supervivientes es Neso, que llega al río Eveno, en Etolia, y allí permanecerá hasta que al fin lo aniquile igualmente Hércules, ya hacia el fin de la vida de éste. En cuanto a Folo, arranca de uno de los muertos una flecha y se pone a examinarla, maravillándose de que siendo tan pequeña pueda dar muerte a seres tan gigantescos como son ellos, los Centauros; pero mientras la está observando se le resbala de la mano, le cae en un pie y lo mata en el acto.
Hércules en su regreso a Fóloe da honrosa sepultura al buen Centauro Folo, tras de lo cual parte por fin en busca del jabalí, lo persigue y acosa hasta hacerlo meterse en un paraje donde la nieve es muy profunda, estando ya el animal fatigado, lo captura a lazo, y lo lleva vivo a Micenas. Los dientes de este jabalí pretendían poseerlos, en época histórica, guardados en un templo de Apolo, los habitantes de Cumas.
Como quinto trabajo recibe Hércules la orden de limpiar los establos del rey Augías sacando en un solo día todo el estiércol. Era Augías rey de la Élide, hijo ya sea del sol, ya de Posidón, ya de Forbante, y poseía enormes rebaños. A él se presenta Hércules, pero en lugar de manifestarle que viene por orden de Euristeo, se lo oculta, y pacta con él la limpieza de los establos en un solo día al precio de la décima parte del ganado. Augías accede a este pacto porque no cree a Hércules capaz de cumplirla así, pero como testigo del pacto actúa el propio hijo de Augías, Fileo. Hércules abre un canal en los cimientos del establo, y, desviando el curso de los ríos Alfeo y Peneo, logra hacerlos pasar por los establos y que su impetuosa corriente arrastre el estiércol, quedando así limpios en un solo día los establos. Pero Augías, que se ha enterado de lo que ha hecho por orden de Euristeo, se niega a entregarle el salario convenido, mostrándose dispuesto a acudir a juicio. En el juicio Fileo testimonia contra su padre y a favor de Hércules, por lo que Augías, encolerizado, los expulsa de su reino a los dos. Fileo va a establecerse a la isla de Duliquio. Hércules marcha por el momento a casa de Dexámeno, libera a la hija de éste, Mnesímaca, de la necesidad de casarse a viva fuerza con el Centauro Euritión, que a ello quería obligarla, dando muerte al Centauro.
Templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
En cuanto a la limpieza de los establos de Augías, este trabajo fue doblemente inútil para Hércules, pues si por una parte, como hemos visto, Augías se negó a pagarle el precio convenido, alegando que tenía que hacerlo de todos modos por estar al servicio de Euristeo, a su vez este se negó a darle validez, alegando que lo había hecho mediante contrato con Augías, por lo que, lo mismo que el segundo trabajo, quedó excluido de la cuenta; y son, así, los trabajos segundo y quinto los que, al no ser aceptados como válidos por Euristeo, dan lugar a que este exiga otros dos más en su lugar y a que resulten doce en total.
El sexto trabajo ordenado por Euristeo fue ahuyentar a las aves del Estinfalo, lago de Arcadia rodeado de espesa selva, en las que se refugiaban, huyendo de los lobos, innumerables aves. No sabiendo Hércules como hacerlas salir de la espesura, le da Atenea unas castañuelas de bronce que a su vez había ella recibido de Hefesto. Las hace sonar, y las aves, espantadas, emprenden el vuelo; Hércules entonces las abate a flechazos.
El séptimo trabajo consistió en traer vivo de Creta un toro que, según Acusilao, sería el que había transportado a la princesa Europa para llevarla a presencia de Zeus, se trataba del toro que hizo brotar del mar Posidón cuando Minos prometió sacrificar lo que del mar saliese; pues habiendo, en efecto, salido prodigiosamente un magnífico toro, Minos, admirado de su belleza, no quiso sacrificarlo, enviándolo a engrosar sus rebaños y sacrificando otro en su lugar; Posidón, irritado, hizo salvaje al toro, pero, sobre todo, se tomó contra Minos la refinada venganza de hacer que su esposa Pasifae, hija del sol, se enamorase del toro, y de manera tan perdida, que consiguió, gracias a la ayuda de Dédalo, llegar a la consumación de este amor bestial, concibiendo del toro el monstruo llamado Minotauro. Pues bien, de este toro monstruosamente amado por Pasifae es del que explícitamente dicen Diodoro e Higinio que fue el que Euristeo mando a Hércules traer. Hércules se presenta a Minos y le expone su misión; Minos le autoriza capturarlo si puede. Así lo hace Hércules, se lo lleva a Euristeo (cruzando el mar Egeo a lomos del toro según Diodoro), y, después de mostrárselo, lo deja suelto. El toro recorre el Peloponeso, atraviesa el Istmo y acaba por establecerse en el Ática, en Maratón, donde causa estragos y algún tiempo después lo matará Teseo en lo que será una de las más famosas hazañas de éste.
El octavo trabajo consistió en traer a Micenas las yeguas antropófagas de Diomedes, rey de Tracia e hijo de Ares, poseedor de unas yeguas a las que había enseñado a alimentarse de la carne de sus huéspedes.
Hércules parte acompañado de algunos voluntarios, y durante su viaje de ida hace alto en Feras de Tesalia, en el palacio del rey Admeto, a cuya esposa Alcestis libera de los brazos de la Muerte.
Continúa este su viaje y al llegar a Tracia, al país de los Bístones, que eran los súbditos de Diomedes, fuerza la entrada a los establos y se lleva las yeguas en dirección al mar. Acuden los Bístones, con Diomedes a la cabeza, y entonces Hércules deja las yeguas al cuidado de su favorito Abdero, y él lucha con los Bístones, mata a muchos de ellos incluyendo al rey Diomedes, y pone en fuga a los restantes. Entretanto las yeguas habían devorado a Abdero; Hércules funda allí mismo la ciudad de Abdera, junto al sepulcro en el que entierra a su amigo, y lleva las yeguas a Euristeo. Éste las suelta, y las yeguas se encaminan al Olimpo, donde mueren a su vez devoradas por las fieras.
Como noveno trabajo ordena Euristeo a Hércules que traiga el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas.
Templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia fotografiado desde el la estatua de Zeus no observable en la foto.
Hércules se embarca, en compañía de aliados y voluntarios, y tras algunas escaramuzas en Paros (donde da muerte a cuatro hijos de Minos llamados Eurimedonte, Crises, Nefalión y Filolao y toma a su servicio, en compesación de dos de sus compañeros que habían sido asesinados por lo parios, a dos nietos de Minos, hijos de andrógeo, llamados Alceo y Esténelo) y en Misia (donde, en auxilio del rey Lico, combate a los Bébrices y da muerte al rey Migdon, hermano de Ámico, arrebatando a los Bébrices gran parte de su territorio, que regala a Lico, quien le da el nombre de Heraclea), arriba al país de las Amazonas, fondeando en Temiscira.
Allí acude a visitarle a bordo la reina Hipólita, quien, después de enterarse por el propio Hércules del propósito que le ha traído, le promete darle el cinturón. Mas entretanto Hera, tomando la apariencia de una Amazona, se presenta ante la multitud de éstas y les da falsa noticia de que su reina ha sido hecha prisionera por los extranjeros; las Amazonas entonces se lanzan a caballo contra el navío. Hércules, creyendo que se trata de una emboscada previamente dispuesta, da muerte a Hipólita, le quita el cinturón, y luchando con las restantes Amazonas leva las anclas y se hace a la mar, arribando, no mucho después, a las costas de Troya.
Al llegar Hércules, Troya se encontraba afligida por una calamidad sumamente parecida, aunque no en su origen, a la que en Etiopía había remediado Perseo al liberar a Andrómeda, pues también en Troya estaba la hija del rey, llamada Hesíone, encadenada a una roca para ser devorada por un monstruo marino; pero el origen de tal desgracia había sido la perfidia del rey Laomedonte contra los dioses Posidón y Apolo. Habían venido estos a Troya para ponerse al servicio de Laomedonte, ya fuera en figura humana y para probar a Laomedonte, ya sin disimular su condición de dioses y como castigo impuesto por Zeus por haberse rebelado contra él.
Pues bien, en el momento de arribar Hércules, Hesíone está, en efecto, encadenada esperando la llegada del monstruo que ha de devorarla. A partir de aquí ya no hay nada de común con perseo-Andrómeda salvo el nudo hecho de que Hércules salva a Hesíone matando al cetáceo y mediante un pacto con el padre de la joven, del mismo modo que Perseo había salvado a Andrómeda matando al cetáceo y mediante un pacto con los padres de Andrómeda; pero todo lo demás es ya netamente diferente: el modo de matar al cetáceo, el contenido del pacto, su incumplimiento por Laomedonte, las consecuencias de este incumplimiento y, rasgo muy destacado, la absoluta ausencia de interés amoroso de Hércules por Hesíone a diferencia de la ardorosa, fiel y duradera pasión conyugal de Perseo por Andrómeda. Hércules, pues, se ofrece a salvar a Hesíone, pactando con Laomedonte que recibirá en recompensa los caballos divinos que en otro tiempo entregara Zeus a Tros, abuelo de Laomedonte, como reparación por el pacto de su hijo Ganímedes. Hércules, en efecto, espera la llegada del monstruo y le da muerte, tras de lo cual libera a Hesíone y se la entrega a su padre, pero, hay otra versión en la que la liberación es anterior a la matanza del monstruo, y después de la matanza Hércules da a escoger a Hesíone entre quedarse con su padre o irse con Hércules, escogiendo la joven esto último, por temor a volver a ser entregada a cualquier nuevo monstruo; tras de lo cual Hércules se la deja en depósito a Laomedonte, juntamente con los caballos, hasta que él regrese con los Argonautas; y es cuando regresa cuando Laomedonte se niega a entregarle los caballos. Hércules por el momento se limita a amenazarlo con la guerra, y se hace a la mar. Y tras algunas escaramuzas en Eno, en Tasos y en Torone, llega a Micenas y entrega a Euristeo el cinturón de Hipólita.
El décimo trabajo consistió en traer vivas a Micenas, desde los confines del Océano, las vacas del monstruoso Gerión, ser de tres cuerpos que habitaba en Eritía, isla situada junto a lo que después fue Cádiz, junto al océano. Tenía el monstruo los tres cuerpos fundidos en uno desde la cintura para arriba, y bien separados desde las caderas hacia abajo. Sus innumerables vacadas eran pastoreadas por Euritión y guardadas por el también monstruoso perro bicéfalo Orto, hijo de Equidna y Tifoeo.
Éste es uno de los más largos viajes de Hércules. Hay dos versiones sobre este viaje, en una, lo empieza por Europa, pero pasa después a África, y arribando más tarde Tarteso, en la costa meridional de España, coloca allí, en los confines de Europa y África, como recuerdo de su paso, unas columnas que en lo sucesivo se llamarán las columnas de Hércules. En cambio, en la otra se implica, aunque no necesariamente, que haría todo el viaje por tierra, sin salir de Europa, y durante este viaje este viaje terrestre tiene lugar la aventura de la que resultará el nombre del Pirineo o cordillera pirenaica. En la primera versión, también se cuenta la formación o abertura del estrecho de Gibraltar, estableciendo comunicación entre el Océano y el Mediterráneo. En esta misma versión, se dice que Hércules, entonces, continúa su viaje, recibiendo del sol un calor excesivo, así que apunta con su arco contra el Sol; admirado éste de tanta audacia, le proporciona una vasija de oro que le sirva de embarcación para llegar a la isla de Eritía atravesando el océano. Así lo hace Hércules, llega a su destino, golpea al perro de Orto con la maza, mata al vaquero Euritión, se lleva las vacas, mata también a Gerión, que acude, avisado por otro pastor a rescatarlas, mete las vacas en la vasija de oro, emprende la travesía de regreso y, habiendo llegado a Tarteso, devuelve la vasija al Sol , continuando su viaje, con el rebaño, a pie, por España e Italia en dirección a Grecia.
Al pasar por Liguria, dos hijos de Posidón llamados Yalebión y Dercino, intentan robarle el ganado y mueren a manos de Hércules. Continúa éste su viaje por Toscana y se da el episodio de Caco, que es de la otra versión. Caco, ser monstruoso, hijo de Vulcano y que respiraba llamas de humo, le roba a Hércules algunas de las vacas y se las lleva, tirándoles de los rabos y haciéndolas así andar hacia atrás, a la cueva donde solía vivir. Hércules descubre el hurto y el lugar donde había escondido Cacolas vacas robadas, y entonces acomete a éste, descuajando los peñascos que formaban el techo de la cueva, y la da muerte, recuperando luego las vacas.
Continúa Hércules su viaje de regreso a Grecia y llega a Regio, en el extremo meridional de Italia, donde uno de los toros emprende veloz carrera, penetra en el mar y llega hasta Sicilia, hasta el campo de Érix, un hijo de Posidón que reinaba sobre los Élimos, el cual mezcla al toro entre sus propios rebaños.
Hércules encomienda a Hefesto la guarda de las vacas, y él pasa a Sicilia en busca del toro desmandado, lo encuentra entre los rebaños de Érix y se lo reclama a éste. Érix le desafía a luchar con él, y, tras ser derrotado Hércules tres veces, acaba por dar muerte a Érix. Hércules, después de haber recuperado al toro desmandado, se lo lleva, lo une de nuevo al resto del rebaño de Gerión y se dirige con este rebaño al mar Jónico, que atraviesan arribando a Grecia. En Gracia se dispersan las vacas por cuasa de un tábano que envía Hera contra el rebaño; Hércules las persigue por las montañas de Tracia; algunas se le escapan definitivamente y se hacen salvajes; las restantes las recupera, las lleva al Helesponto y, por fin, pasando de nuevo por Tracia, logra hacerlas llegar a Micenas y entregárselas a Euristeo, quien las sacrifica en honor de Hera.
Como undécimo trabajo le manda que traiga las manzanas de oro de las Hespérides. Hércules emprende el viaje y llega al río Equedoro, donde combate con Cicno, hijo de Ares y de Pirene; Ares toma parte en la lucha a favor de su hijo, pero un rayo de Zeus separa a los contendientes. Prosigue su viaje y llega al río Erídano y allí unas Ninfas, hijas de Zeus y de Temis, le revelan dónde se encuentra Nereo dormido. Hércules lo agarra y encadena, sin soltarlo a pesar de que Nereo toma toda clase de formas, hasta que Nereo le indica el sitio donde están las Hespérides y sus manzanas de oro.
Recorre entonces África, donde lucha con Anteo. Hércules logra vencerlo y darle muerte levantándolo en vilo y cortándole así el suministro de energía que recibía de la tierra. A continuación pasa Hércules a Egipto , donde lleva a cabo un nuevo parergon, al enfrentarse con otro temible enemigo, también hijo de Posidón , Busiris, que era rey de Egipto y acostumbraba a sacrificar a los extranjeros en el altar de zeus, en virtud del oráculo o profecía que le había formulado un adivino de Chipre llamado Frasio, según el cual cesaría la esterilidad que afligía los campos de Egipto si se sacrificaba a un extranjero cada año. Busiris siguió estas instrucciones, empezando por matar al propio Frasio, y continuando con unos cuantos extranjeros que llegaban al país. Hércules da muerte a Busiris.
Perfil del templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
Prosigue Hércules su viaje, ahora por Asia, llegando a Termidras, puerto de los Lindios, y después a Arabia, donde da muerte a Ematión, hijo de Titono y de la Aurora. Vueve a África, recibe de nuevo la vasija del sol y sale al Océano. Pasa después al continente inmediato, llegando al Cáucaso, donde realiza la liberación de Prometeo. Éste, agradecido a Hércules, le hace una revelación, consistente en unas instrucciones, que le serán de suma utilidad para dar cima a este undécimo trabajo que hasta ese momento no había conseguido Hércules ni empezar siquiera, a pesar de tan interminables viajes: le dice cuál es el camino que deberá seguir para llegar por fin a su objetivo, precaviéndole además que no debe ir él mismo hasta el jardín de las Hespérides, sino solamente a presencia de Atlas, a quien deberá convencer de que, dejando mientras tanto descansar la bóveda del cielo en los hombros de Hércules, vaya él a buscar las manzanas. Y aún le da un consejo más Prometeo sobre la manera de engañar a Atlas para que vuelva a cargarse sobre los hombros la bóveda celeste, previendo sin duda Prometeo que Atlas, al verse libre de la carga, no iba a querer volver a sostenerla y trataría de dejar a Hércules con ella encima. Hércules cumple puntualmente las instrucciones de Prometeo y llega a presencia de Atlas; y sosteniendo, pues, el cielo sobre los hombros es como se encontraba éste cuando Hércules se le presenta y le convence de que vaya a buscar las manzanas, sustituyéndole Hércules como sostén de la bóveda celeste. Atlas coge en el jardín de las Hespérides las manzanas de oro y regresa con ellas a presencia de Hércules; pero, sintiéndose sin duda muy contento al verse aliviado del peso de la bóveda celeste, se niega a cargársela de nuevo, diciéndole a Hércules que él mismo llevará las manzanas a Euristeo. Y ahora es cuando Hércules hace uso del engaño que la había sugerido y recomendado Prometeo: le dice a Atlas que le sostenga un momento el cielo mientras él, Hércules, se pone una almohadilla en la cabeza. Atlas cae en la trampa: deja en el suelo las manzanas y se carga a hombros el cielo, momento en el cual Hércules coge las manzanas y se aleja a buen paso despidiéndose de Atlas.
Hay, sin embargo, otra variante que dice que es el propio Hércules quien va al jardín de las Hespérides a coger personalmente las manzanas matando al dragón encargado de su protección. Pero en las dos versiones, Hércules lleva las manzanas a Euristeo, quien se las regala al propio Hércules; este a su vez se las da a Atenea, quien por último las devuelve a su lugar de origen, por no estar permitido que estuvieran en ningún otro sitio. Y por fin el duodécimo y último trabajo que ordena Euristeo consiste en traer del Infierno a Cerbero, el perro de tres cabezas y una cola de dragón y múltiples cabezas de serpiente en el lomo. Hércules empieza por encaminarse a Eleusis, donde es purificado de la matanza de los Centauros por Eumolpo, y admitido después a los misterios. Marcha luego al extremo meridional del Peloponeso y por una abertura del Tenaro desciende al Infierno.
Al verle huyen las almas de los muertos a excepción de las de Meleagro y Medusa. A ésta le acomete Hércules con la espada, como si estuviera viva, hasta que Hermes le hace saber que es una mera imagen o sombra. Por su parte Meleagro celebra con él una conversación en la que le exhorta a casarse, a su regreso al mundo de los vivos, con su hermana Deyanira, cosa que en efecto hará Hércules y traerá como consecuencia, aunque no inmediata, su propia muerte. Hércules encuentra, cerca de las puertas del Infierno, a Teseo y Pirítoo, allí encadenados por haber descendido con el propósito de raptar a Perséfone para Pirítoo; Hércules libera a Teseo, pero al intentar hacer lo mismo con Pirítoo se produce un temblor de tierra y Hércules renuncia a su propósito, por lo que Pirítoo permanece para siempre en el Hades, mientras que Teseo volverá al mundo de arriba con Hércules. Queriendo este proporcionar sangre a las almas del infierno, mata una de las vacas de Hades; el pastor que las guardaba, llamado Menetes, desafía a luchar a Hércules, quien le rompe las costillas, pero le perdona la vida a petición de Perséfone.
Por fin Hércules pide directamente a Plutón el perro que ha venido a buscar; Plutón le autoriza a llevárselo si es capaz de apoderarse de él sin hacer uso de sus armas; así lo hace Hércules, resguardado únicamente por su coraza y por la piel del león, y agarrando a Cerebro no lo suelta, a pesar de ser mordido por la serpiente que éste tenía en la cola, hasta que Cerebro se muestra domado o dispuesto a seguirle. Tras de lo cual emprende, con él y con Teseo, la ascensión, saliendo a flor de tierra por Trecén, llevando a Cerbero a presencia de Euristeo, y volviendo en seguida a llevarlo al infierno, donde lo deja definitivamente.
Hazañas de Hércules posteriores a los trabajos.
Terminados los trabajos, Hércules vuelve a Tebas, donde casa a Mergara con su sobrino Iolao. Buscando él casarse de nuevo, tiene noticia de que Éurito, rey de Ecalia en Eubea, ha prometido dar en matrimonio su hija Íole a quien le venza a él y a sus hijos en el tiro del arco. Hércules acude y obtiene la victoria, pero Éurito se niega a cumplir lo prometido, a pesar de que Ífito, su hijo mayor, se pone de parte de Hércules, pero Éurito alega el temor a que Hércules, volviéndose loco nuevamente, mate también a los hijos que pueda tener de su hija Íole. Se la rehusa, pues; más adelante vendrá Hércules a conquistar a Íole a sangre y fuego, en una campaña que precederá inmediatamente a su propia muerte. Por el momento, Hércules se retira al continente.
Poco después, roba Autólico las vacas de Éurito clandestinamente; Éurito sospecha de Hércules y le acusa, pero su hijo Ífito, no creyéndolo, acude a entrevistarse con Hércules, a quien pide que le ayude a buscar las vacas. Hércules se lo promete y lo hospeda en su casa, pero, enloquecido de nuevo, mata a ïfito arrojándolo de lo alto de las murallas de Tirinto. Hércules, que quiere ser purificado de este nuevo crimen, se dirige a Pilos con la pretensión de que le purifique Neleo; pero este se niega, por amistad con Éurito.
Hércules se dirige entonces a casa de Deífobo, hijo de Hipólito, en Amiclas, quien le purifica; pero aún así cae Hércules gravemente enfermo como castigo por el asesinato de Ífito, y acude de nuevo a Delfos para pedir curación. La Pitia no quería emitir oráculo alguno en su favor, por lo que Hércules intenta saquear el templo y, llevándose el trípode, conseguir él mismo el oráculo. Lucha incluso con Apolo, pero también ahora, un rayo de Zeus los separa, obteniendo por fin Hércules el oráculo que deseaba. El oráculo que tiene ahora Hércules, le predice que se curará de su enfermedad si es vendido como esclavo, para permanecer en esa situación durante tres años. Recibido el oráculo, es Hermes quien se encarga de poner en venta a Hércules, siendo comprado por Ónfala, reina de Lidia, hija de Iárdano, y a quien había dejado el trono de Lidia su esposo Tmolo al morir. Éurito no acepta el dinero pagado por Ónfala y que le habían llevado. Por su parte Hércules permanece los tres años como esclavo de la reina; durante ese período captura y encadena a los Cercopes de Éfeso, mata a Sileo y a la hija de éste, Jenódoce, entierra a Ícaro, hijo de Dédalo, y arroja piedras contra una efigie que representándole a él, Hércules, había tallado Dédalo en agradecimiento por haber enterrado a su hijo.
Los Cercopes, usualmente dos en número, eran hombres tramposos y perjuros, dos hermanos llamados Pásalo y Aclemon, e hijos de Memnónide. La madre de los Cercopes les había dado a entender que algo les pasaría cuando se encontraran con un hombre de posaderas negras. Pues bien, sucedió que los Cercopes se encontraron un día con Hércules, que estaba dormido bajo un árbol, e intentaron apoderarse de sus armas o robarle la alforja. Hércules despierta a tiempo, se abalanza sobre ellos, los ata cabeza abajo, cada uno a un extremo de un palo que se carga sobre el hombro, y echa a andar llevándolos así. En efecto, conforme van los Cercopes cabeza abajo, y estando Hércules con las posaderas desnudas, ven que las tiene negras por causa de la espesa pelandrera que las cubre, y acordándose de la admonición de su madre, se ponen a hablar de ello y les entra un fuerte ataque de risa, risa que se contagia a Hércules, quien, sumamente divertido con todo aquello, los suelta y deja libres.
De Ícaro es célebre su vuelo y mortal caída al mar. Era hijo de Dédalo, el celebérrimo arquitecto, escultor e ingeniero ateniense, constructor del laberinto de Creta por encargo del rey Minos y para encerrar en él al Minotauro. Pero después de construido el Laberinto, Minos retenía a Dédalo en la isla, no permitiéndole embarcarse. Decide entonces Dédalo huir por los aires, y fabrica, para sí y para su hijo Ícaro, unas alas cuyas plumas están sujetas con cera; se las ponen y emprenden el vuelo; pero Ícaro, desatendiendo las prudentes advertencias de su padre, durante su vuelo se acerca demasiado al Sol, cuyo excesivo calor derrite la cera, con lo que las plumas se desprenden e Ícaro cae al mar, junto a una isla que hasta entonces se llamaba Dólique. Hércules recoge el cadáver y lo entierra en la isla, a la que pone el nombre del muchacho y que desde entonces se llamó Ícaro o Icaria.
En agradecimiento a Hércules por haber enterrado a su hijo, Dédalo fabricó en Pisa una imagen de Hércules, imagen que éste, tomándola por un ser vivo al no reconocerla por ser de noche, apedreó. Durante la esclavitud de Hércules con la reina Ónfala se produce entre ambos un amoroso idilio, acompañado de uno de los más célebres “travestismos” de toda la mitología: Hércules se viste las ropas de Ónfala y se dedica a hilar con rueca y uso, mientras ella se cubre con la piel del león y empuña la clava y las flechas de Hércules.
Terminado el período de los tres años de esclavitud y recuperada su salud y su libertad, decide Hércules emprender la expedición de castigo contra Troya con la que en otro tiempo había amenazado a Laomedonte, y que va a constituir otra de las grandes empresas colectivas del siglo XIII, pues en ella le acompañan, en dieciocho navíos de cincuenta remos cada uno, gran número de guerreros escogidos, voluntarios todos, y entre ellos Ecles, el padre de Anfiarao, y los dos Éacidas Telamón y Peleo. Llegan a Troya, y dejando a Ecles la custodia de las naves se encamina él con los otros a la ciudad. Laomedonte por su parte ataca las naves y da muerte a Ecles, pero, atacado a su vez por Hércules, se refugia en la ciudad, a la que Hércules pone sitio formal. El asalto se produce por obra de Telamón, que abriendo brecha en la muralla se precipita al interior del núcleo urbano, provocando la cólera de Hércules, quien, no queriendo que nadie entrase en la ciudad antes que él, se disponía a dar muerte a Telamón, y lo hubiera hecho a no haber visto que éste estaba amontonando piedras; al preguntarle Hércules a Telamón qué estaba haciendo, responde éste que construir un altar para venerar a Hércules el Magnífico Vencedor, lo que agrada sobremanera a Hércules, quien entonces, no sólo le perdona la vida, sino que además, terminada la conquista de la ciudad, y habiendo dado muerte a Laomedonte y a todos sus hijos varones menos uno llamado Podarces, otorga en matrimonio a Telamón la hija de Laomedonte, Hesíone, a quien en otro tiempo salvara él, Hércules, del monstruo marino. Como regalo de boda otorga Hércules a Hesíone la autorización para quedarse con el prisionero que ella eligiera; elige ella a su hermano Podarces, a quien rescata simbólicamente entregando por él su velo; y desde entonces se llamó Príamo.
Otro perfil del templo de Hércules en Agrigento, Sicilia, Italia
Al regreso de Troya, Hera produce fuertes tempestades en el mar que Hércules está surcando, y por esa acción Zeus la castiga colgándola del Olimpo. Arriba Hércules a la isla de Cos, cuyas mujeres, a la sazón, llevaban cuernos en la frente; desembarca y tiene que enfrentarse con un feroz ataque de los caos, estando a punto de perder la vida a manos de uno de ellos llamado Calcón o Calcodonte, que hiere gravemente a Hércules; éste es salvado por su padre Zeus, y da muerte al rey de Cos, Eurípilo, hijo de Posidón y de Astipalea, además de saquear la isla. No mucho después emprende Hércules la expedición de castigo contra Augías, que también tiene carácter colectivo, aunque menos célebre o gloriosa que la troyana, pero en la que lleva un ejército de arcadios y voluntarios de entre los héroes escogidos de Grecia. Augías por su parte nombra generales del ejército eleo a los Moliónidas, que eran dos hermanos siameses, Éurito y Ctéato, hijos de una Molíone esposa de Actor, y de Posidón. A estos Moliónidas se los describe, bien como puramente siameses o con los dos cuerpos unidos por algún sitio, bien como dos cuerpos separados, pero cada uno con dos cabezas, cuatro manos y cuatro pies, bien, al parecer, aunque aquí ya la descripción es imprecisa, como un solo cuerpo con dos cabezas y nacido de un huevo de plata; en todo caso, como seres temibles, de fuerzas colosales, y sobrinos, al menos putativos, de Augías.
Hércules en esta expedición cae enfermo y tiene que abandonar su intento, concluyendo una tregua con los Moliónidas, tregua que éstos no respetan, pues al enterarse de la enfermedad de Hércules asaltan al ejército hercúleo causando gran mortandad. Seis años después, habiendo los eleos enviado para participar en los sacrificios de la Istmiada a los Moliónidas, Hércules les tiende una emboscada en Cleonas y logra darles muerte, tras de lo cual se dirige contra Elis asistido por un ejército de argivos, tebanos y arcadios, toma la ciudad al asalto, mata a Augías y a los hijos que con él estaban, y llamando a Fileo, que, como vimos, se había establecido en Duliquieo, le entrega el trono de Elis.
Hércules funda entonces las Olimpiadas.
A continuación emprende Hércules una nueva expedición de castigo, esta vez contra Neleo, que se había negado a purificarle la muerte de Ífito. Toma la ciudad de pilos, da muerte a Neleo y a todos sus hijos (a excepción de Néstor, que se encontraba ausente), y durante la batalla hiere gravemente a tres dioses que en ella toman parte a favor de los pilios: Hades, Hera y Ares.
Continúa Hércules sus venganzas emprendiendo otra expedición más de castigo, ahora contra Esparta, en la que reinaba Hipocoonte, cuyos hijos habían ayudado a Neleo y, sobre todo, habían dado muerte a un primo de Hércules, el hijo de Licimnio (hermano de Alcmena); habiéndose lanzado contra él un perro mastín del palacio de Hipocoonte, y habiéndose defendido el hijo de Licimio arrojándole una piedra, los Hipocoóntidas mataron al hijo de Licimio.
Para vengar, pues, su muerte, reúne Hércules un ejército, y pasando por tegea, en Arcadia, pide al rey Cefeo que le asista en la campaña juntamente con sus veinte hijos. Cefeo no quería acceder, temiendo que al ausentarse ellos atacasen la ciudad de los argivos, pero Hércules le convence proporcionando a estérope, hija de Cefeo, un rizo de la Gorgona, que a su vez había recibido Hércules de Atenea en una hidria de bronce, y comunicándole que si se presentaba el ejército enemigo le bastaría con levantar por tres veces, por encima de las murallas, el rizo, no mirando ella, y el ejército enemigo se retiraría. Tras de lo cual parten hacia esparta, combaten, y en la lucha mueren Cefeo y sus hijos, y también Íficles el hermanastro de Hércules. Éste da muerte a Hipocoonte y a sus hijos, toma la ciudad, y llamando a Tindáreo, lo coloca en el trono de Esparta.
A su regreso de Esparta, al pasar por Tegea, Hércules deja embarazada a Auge, hermana de Cefeo. A su debido tiempo da a luz Auge un niño que se llamará Télefo y llegará a ser rey de la Teutrania en Misia. Auge deposita al niño en el templo de Atenea. Se produce una epidemia en el país, a raiz de la cual Áleo descubre el parto de su hija, ordena que el niño sea abandonado en el monte Partenio, y entrega Auge a Napulio, hijo de Posidón, con el encargo de venderla en el extranjero; pero Napulio la pone en manos de Teutrante, rey de Teutrania en Misia, el cual la hace su esposa. En cuanto al niño, es amamantado por una cierva y encontrado así por unos pastores, que lo recogen y lo crían poniéndole el nombre de Télefo. Con el tiempo, habiendo consultado Télefo al oráculo de Delfos sobre quiénes eran sus padres, recibe instrucciones del mismo, y cumpliéndolas se encamina a la Teutrania, y llegado allí es reconocido por su madre y adoptado como heredero por el rey Teutrante.
Teutrante casa a Télefo con una hija suya.
Según otra versión, el rey Áleo había sido advertido por un oráculo de que si su hija Auge tenía un hijo, éste daría muerte a sus tíos maternos los hermanos de Auge. Para evitarlo, Áleo hace a su hija sacerdotisa de Atenea y le prohibe tener hijos bajo pena de muerte. Llega Hércules, visita el templo de Atenea, y, ebrio, viola a Auge dejándola encinta. Enterado Áleo, entrega su hija a Nauplio con instrucciones de que la arroje al mar. Nauplio se hace cargo de Auge; durante el viaje en dirección al mar, ésta da a luz al niño; pero Nauplio, lejos de cumplir las órdenes de Áleo, se lleva a la madre y al niño a la Misia y se los vende al rey Teutrante, quien se casa con Auge y adopta como hijo a Télefo.
Deyanira y la muerte y apoteosis de Hércules.
De Tegea Hércules se dirige a Calidón, donde una vez llegado solicita, cumpliendo lo acordado con Meleagro en el Hades, casarse con Deyanira, hija, como Meleagro, de Eneo rey de Etolia. Pero se encuentra Hércules con que hay otro pretendiente, nada menos que el río Aqueloo (el más caudaloso no sólo del país, sino también de toda Grecia), con el cual tiene que luchar Hércules a brazo partido, venciéndole al fin a pesar de que el río toma toda clase de formas, y rompiéndole uno de los cuernos (pues a los ríos se los imagina con frecuencia con figura humana en todo lo demás, pero provistos de dos cuernos de toro en la frente; y ello independientemente de que una de las formas que adoptó el Aqueloo durante la lucha fue la de toro). Vencedor Hércules, se casa con Deyanira. En cuanto al Aqueloo, consigue recuperar el cuerno cambiándoselo a Hércules por el cuerno de la Abundancia.
Casado Hércules con Deyanira, permanece en Calidón, en el palacio de Eneo. Durante esta época emprende una expedición, en compañía de los calidonios, contra los tesprotos, y tomando la ciudad de Feira, en la que reinaba Filas, se une a la hija de éste, llamada Astíoque, y tiene de ella un hijo, Tlepólemo. Encontrándose entre los Tesprotos, envía instrucciones a Tespio de que, quedándose con siete de sus nietos, envíe otros tres a Tebas, y a los cuarenta restantes a Cerdeña, bajo el mando de Iolao y para que allí se establezcan y funden una colonia.
Tras estos sucesos Hércules regresa a Calidón, donde tiene la desgracia de matar, de un manotazo con el que sólo pretendía reprenderle, al escanciero de Eneo, un muchacho llamado Éunomo, por desagradarle la bebida que le estaba sirviendo. Arquíteles, padre de Éunomo, perdonó a Hércules habida cuenta de lo involuntario del crimen; pero Hércules, apesadumbrado por lo ocurrido, se obliga a sí mismo a sufrir la pena de destierro, y sale, con su esposa Deyanira, en dirección a Traquis, en la Tesalia del Sur o Málide. En el camino llegan a las orillas del río Eveno, que era necesario franquear. Venía el río crecido y resultaba difícil cruzarlo para la joven esposa de Hércules; pero allí se encontraba el centauro Neso, dedicado a transportar a sus lomos a los viajeros a la otra orilla, mediante salario. Hércules le confía su esposa Deyanira, y él pasa a nado. En lo que ocurre después hay notables divergencias acerca del sitio en que ocurre y de si Hércules pasó antes o después que el centauro. En todo caso Neso intenta violar a Deyanira, ya sea en mitad de la corriente del río, ya sea al llegar a la orilla y encontrándose Hércules lejos, bien porque éste no hubiera pasado aún, bien porque la corriente le hubiera arrastrado a cierta distancia del sitio por donde habían salido del río Deyanira y Neso.
Deyanira grita, y Hércules dispara una flecha que, infalible como todas las de Hércules, alcanza al centauro en el corazón. Moribundo Neso se toma sobre Hércules astuta venganza: engaña a Deyanira diciéndole que si recoge el semen que de él a caído a la tierra y lo mezcla con la sangre que brota de la herida causada por la flecha de Hércules, tendrá Deyanira un filtro mágico que le permitirá recuperar el amor de Hércules si alguna vez lo necesita. Deyanira lo cree y así lo hace, sin darse cuenta de que la sangre que mana de la herida del centauro está infectada por el mortal veneno de la Hidra que llevan todas las flechas de Hércules, y que por tanto sus efectos, una vez aplicada a éste como filtro, serán mortales para Hércules, y que ése es precisamente el propósito del centauro, que se cumplirá casi exactamente. Muere, pues, el centauro, y Hércules y Deyanira continúan su viaje, llevando Deyanira cuidadosamente oculto lo que ella cree ser un filtro, y de lo que nada ha dicho a Hércules.
Después de estos sucesos llegan por fin Hércules y Deyanira a Traquis, donde son hospitalariamente acogidos por el reu Céix, hijo de Lucífero. Con base en Traquis emprende Hércules varias expediciones: contra los Dríopes; a favor de Egimio, rey de los Dorios, en su lucha contra los Lápitas mandados por Corono, a quien mata Hércules, así como a Laógoras, rey de los Dríopes y aliado de los Lápitas; da muerte también a Cicno, hijo de Ares, que le había desafiado a combate singular; y también a Amíntor, rey de Ormenio, que intentaba impedirle el paso.
Y por fin emprende Hércules, con base igualmente en Traquis, su expedición contra Ecalia, que será su último hecho de armas y causa casi inmediata de su muerte al desencadenar los hechos previstos como venganza por el centauro Neso. En efecto, esta última expedición es de castigo, a sabe, contra Éurito por haber en otro tiempo rehusado conceder a Hércules la mano de su hija Íole faltando a los términos del convenio; pero Hércules persigue a la vez el propósito de apoderarse de Íole para hacerla su concubina, lo que, una vez realizado y llegado a noticia de Deyanira, impulsa a esta a hacer uso del supuesto filtro, causando, aunque involuntariamente, la muerte de Hércules.
En la expedición acompaña a este un ejército de arcadios, de malios de Traquis y de locros epicnemidios. Hércules logra un éxito completo, da muerte a Éurito y a sus hijos varones, toma al asalto la ciudad de Ecalia y, después de dar sepultura a sus caídos, saquea la ciudad y hace prisioneras a las jóvenes, llevándose especialmente a Íole como concubina. Se propone a continuación celebrar un sacrificio de acción de gracias a su padre Zeus en el promontorio Ceneo, situado en el extremo Noroeste de la isla de Eubea, no lejos de Ecalia. Para ello envía a Licas, su heraldo, a Traquis, con el encargo de pedir a Deyanira un ropaje adecuado para celebrar el sacrificio. Deyanira, que se ha enterado de lo referente a Íole, prepara una túnica que impregnada cuidadosamente de la sangre del centauro, que ella ha conservado cuidadosamente y sigue creyendo que es un filtro. Licas le lleva la túnica a Hércules y éste se la pone; y al calentarse, al contacto con su cuerpo, el veneno de la Hidra, le corroe la piel, la túnica se le adhiere tan estrechamente al cuerpo que al intentar arrancársela se arranca sus propias carnes, y le produce terribles dolores que le hacen prorrumpir en ayes y lamentos ininterrumpidos. Hércules da muerte a Licas arrojándolo al mar, y ordena que a él lo lleven a Traquis, al parecer para castigar también a su esposa; pero ésta, al tener noticia de lo ocurrido, se suicida. Hércules, entonces, ya en Traquis, ordena que lo lleven al monte Eta, situado a unos veinte kilómetros al Oeste de la ciudad, y, una vez allí, que amontonen leña hasta formar una enorme pira, que lo coloquen encima y que prendan fuego a la pira para quemarlo vivo. Nadie quería hacer esto último, una vez que Hércules estaba ya colocado encima de la pira, hasta que acierta a pasar por allí Peante, rey de Melibea en Tesalia, padre de Filoctetes, y prende fuego a la pira recibiendo de Hércules en pago de este servicio, su arco y sus flechas, que así pasarán luego por herencia a Filoctetes y serán utilizadas en las últimas acciones de la guerra de Troya.
El fuego devora la parte mortal de Hércules; la parte inmortal, es transladada al cielo y divinizada, y allí se produce al fin, junto a esa apoteosis, la celebérrima reconciliación de Hera con su hijastro sellada mediante el matrimonio de éste con Hebe, hija de aquella. Del matrimonio de Hércules con Hebe nacen dos hijos, Alexíares y Aniceto. Antes de morir ha ordenado también Hércules a su hijo Hilo, el mayor de los que ha tenido de Deyanira, que una vez llegado a edad adulta se case con Íole.
Los Heraclidas.
Todos los hijos de Hércules son Heraclidas, naturalmente; pero en la mitología se suele restringir este patronímico a los hijos que Hércules tuvo de Deyanira y a todos sus descendientes, excluyendo en cambio a los cincuenta que tuvo de las tespiades, a los tres hijos de Mégara a los que dio muerte, a Tlepólemo hijo de Astíoque, a Télefo hijo de Auge, a Ctesipo hijo de Astidamía, a Palemon hijo de Autóne, a Téstalo hijo de Epicasta, a Everes hijo de Parténope, a Tésalo hijo de Calcíope, y por último a Agelao, fruto de sus amores con Ónfala.
Al morir Hércules los Heraclidas, esto es, pues, los hijos de Deyanira, llamados Hilo, Ctesipo, Gleno y Onites, se refugian, por temor a euristeo, en Traquis, en casa del rey Ceíce, el mismo que había albergado a sus padres en la última etapa de la vida de éstos. Euristeo exige la entrega de los Heraclidas, amenazando con la guerra, por lo que ellos deciden salir de Traquis, y, perseguidos por diversas regiones de Grecia por Euristeo, se refugian por fin en Atenas, donde son acogido spor los atenienses, quienes no sólo se dejan intimidar por las amenazas y hostil actitud de Euristeos, sino que además le hacen frente, produciéndose entre ellos y Euristeo una guerra que se decide por el sacrificio voluntario de Macaria, hija de Hércules, que se ofrenda ahora voluntariamente a Perséfone para que se cumpla un oráculo que prometía la victoria a los atenienses si un vástago de Hercules se prestaba a ser sacrificado.
Ganan pues los atenienses, dan muerte a los hijos de Euristeo y persiguen a éste, que huye en un carro y es alcanzado y muerto por Hilo junto a las rocas Escironias; Hilo le corta la cabeza y se la envía a su abuela Alcmena, quien con lanzaderas le arranca los ojos. Muert Euristeo, los heraclidas invaden el Peloponeso y se apoderan de las ciudades. Un año después se produce una epidemia, y un oráculo manifiesta que se debe la presencia de los Heraclidas en el Peloponeso, por haber venido a él antes de tiempo. Se retiran entonces y se establecen en Maratón. Hilo cumple la orden que su padre le diera antes de morir y se casa con Íole. Marcha después a Delfos para inquirir cómo podrán todos ellos conseguir el retorno al Peloponeso. La respuesta que obtiene es que lo lograrán si esperan a que llegue la tercera cosecha. Entendiendo Hilo que la tercera cosecha significaba el tercer año, al cumplirse este plazo penetra en el Peloponeso, pero allí muere a manos de équemo, rey de tegea, y el retorno de los Heraclidas se malogra de nuevo. Un nuevo intento tiene lugar en la generación de Aristómaco, hijo de Cleodeo y nieto de Hilo, pero fracasa igualmente. Sólo dos de los hijos de este Aristómaco, llamados Témeno y Cresfontes juntamente con sus sobrinos Eurístenes y Procles, hijos de un tercer hijo de Aristómaco, llamado Aristodemo, conseguirán por fin establecerse como dominadores en el Peloponeso, y sólo entonces se sabrá que con “la tercera cosecha” el oráculo quería decir la tercera generación. En efecto, habiendo acudido Témeno, Aristodemo y Cresfontes, tataranietos de Hércules, por su parte, al oráculo, éste les explicó entonces que sus antepasados no habían interpretado bien aquellas respuesta: que “cosecha” significaba generación, y “estrecho” (pues también les había ordenado el oráculo que pasaran al Peloponeso por el estrecho) significaba, no el Istmo, por donde aquellos habían intentado pasar, sino la entrada del golfo de Corinto. Preparan entonces un ejército y construyen una escuadra en el lugar
Orfeo - Lyra
Lyra o la lira. el instrumento más antiguo del mundo, ya era tocado en la civilización sumeria, hace 5.000 años para deleitar a la realeza de las ciudades estado.
En la mitología griega, la lira fue inventada por Hermes cuando aún era un niño regalándosela posteriormente a su hermanastro Apolo, el dios de la música a quien se asoció para siempre.
Apolo regaló a su hijo Orfeo la lira cuando este aún era niño. De mayor, Orfeo se convirtió en poeta y músico y se casó con Araticú. Al poco de casarse, Eurídice murió a causa de la picadura de una serpiente en un pie. Orfeo, desolado, bajó a los infiernos para suplicar a Hades, dios de los muertos, por la vida de su esposa acompañando sus súplicas con cantos adornados con la lira.
Hades quedó impresionado por el amor de Orfeo y decidió restituir la vida de su amada con la sola condición de que no la mirara hasta que estuvieran ambos en el mundo exterior. Pero Orfeo fue incapaz de soportar la desesperación de no ver si era realmente su esposa quien le seguía hacia el mundo real y casi terminado el camino, volvió la cabeza y al mirar a su esposa, esta se desvaneció para siempre.
Orfeo quedó tan desolado que se dedicó a vagar por los desiertos, cantando tan sólo a las piedras hasta que se tropezó con tres mujeres tracias que le mataron y arrojaron su cabeza al río Hebro mientras seguía pronunciando el nombre de su amada. Llegando a Lesbos y cerca del templo de Apollo, por lo que las musas escucharon su llanto y le sepultaron. Su instrumento musical fue homenajeado como la constelación de Lira.
Shiva Pavo Real (Pavus)
Pavus o el Pavo, fue diseñada por el navegante holandés Pieter Dirkszoon Keyser y Frederik de Houtman a finales del siglo XVI, representa al ave de cuyo nombre lo aporta.
Noesis - Triangulo
Esta constelación menor ha sido asociada a distintos lugares geográficos. Esto no debe resultar sorprendente, debido a que su forma es semejante a la de la letra griega delta, a veces fue denominada Delta y por lo tanto asociada a Egipto y al Nilo, cuyo delta aportaba tierra fértil. También fue asociada a la isla de Sicilia, a la que sus tres promontorios le dan una forma triangular.
Albiore - Cepheus
Del griego Khfeus, fue rey de los Cefenos, un pueblo que suele ubicarse en Etiopía. Fue esposo de Casiopea y padre de Andrómeda. A su muerte, tanto Cefeo como su esposa fueron transformados por Posidón en constelaciones. El trono de Cefeo pasó a manos de Perses, el hijo de Perseo y Andrómeda.
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